miércoles, agosto 30, 2006

Cotidianeidades



“Y, cuando el destino convoca,
los monarcas deben obedecer”
Dryden
29 de agosto de 2005
Estos días he estado especialmente feliz, sin razón aparente. He aprendido y desaprendido en poco tiempo.
Hoy, específicamente, me he desperté con la idea de que eso de “apenas me estoy acoplando” ya no es válido para mí, así que inician los verdaderos retos: el primero es leer un libro diario (claro tomando a consideración el tipo de libro y el grosor de este), también me he propuesto escribir por lo menos tres cuartillas diarias (en busca de eso que llaman disciplina), por último, y no por eso menos importante, escuchar música clásica y jazz. Así que se aceptan sugerencias y regalos ;) para cumplirlo.
Esto puntos son parte imprescindible del crecimiento que quiero lograr estando acá y para que valga la pena, debo crecer por lo menos en esos tres aspectos. Lo demás son cosas secundarias, como aprender a cocinar, caminar (mínimo) una hora diaria, tomar por lo menos cinco cafés diarios (jeje) y cosas así de básicas para el organismo.
Hoy fui al super (no crean que todo es cultura acá ¡no! después del museo hay que dedicarse al hogar) y estoy segura de que mi mamá se reiría mucho de mi al ver las cosas que compré (yo misma me río de mí), pero prometo ir mejorando (cabe aclara que entre mi lista de productos básicos iban las deliciosas y sumamente extrañadas torrillas de harina, aunque las únicas que encontré fueron de “Tía Rosa”)…
Hoy también, gracias a un descuido, aprendí que para ir al Museo de Antropología no me lleva la ruta “Ávila Camacho” y tuve que caminar mucho, mucho para dar con él… ya mañana publicaré una amplia crónica de mi visita por eso paraíso terrenal.
Muchas gracias a “todos” los que me dejan sus comentarios, a los que me demuestran que a veces existen más distancia cuando se está en la misma ciudad y a los que poco a poco (o súbitamente) me van olvidando…
Un abrazo!
P.d. Como se pudieran dar cuenta, este texto no es más que una actualización de noticias.

sábado, agosto 26, 2006

Instantes

“Para su plenitud este instante
no quiere más que ser
y pasar.”
Rosario Castellanos
26 de agosto de 2006
Debo confesarlo, pese al enorme interés que tenía por el evento, estaba asustada, era demasiado bello para ser verdad: Vila-Matas, Tabucchi, Pitol, Villoro y Monsiváis en una misma mesa podrían provocar una luz cegadora. Así que para asimilarlo decidí llegar a tomarme un café a mi ya favorito “Café Cali“, del Callejón del Diamante (no, no me pagan la publicidad, lo hago por amor al arte).
Sentada en una de las mesas al aire libre (llovía) intentaba leer “La cabeza perdida de Damasceno Monteiro” de Antonio Tabucchi, me detenía en cada línea a pensar en cómo era posible estar leyendo en lugar de irme inmediatamente a hacer fila para ser la primera en entrar, sin embargo, me lo tomaba con calma, disfrutando el momento a plenitud.
Al fin me decidí a pagar la cuenta y pregunté cómo podía llegar al Teatro del Estado (la idea en un principio era ir hasta allá caminando, pero la lluvia era cada vez más recia) y viajé por primera vez en el transporte urbano de Xalapa (los precios son iguales que en Saltillo, pero las condiciones de los autobuses los superan por mucho). Las avenidas por las que anduve están bordeadas por unos árboles gigantes que en esa tarde lucían hermosos, salpicados de lluvia.
El teatro estaba repleto (en parte porque muchos estudiantes habían sido obligados a ir) pero pude encontrar un lugar solitario con muy buena vista. Saqué mis instrumentos de trabajo (grabadora, libreta y pluma) y estaba dispuesta a no ser interrumpida, pero siempre hay pequeños detalles: una niña sentada a mi lado salió como diez veces de su asiento, grupos de estudiantes gritaban y chiflaban a sus compañeros sentados en las últimas filas… pero cuando entró el maestro Sergio Pitol se hizo un silencio sorprendente. Una lluvia de aplausos le cayó encima, mientras él sólo se limitaba a sonreír y a callarlos haciendo un movimiento de subir y bajar los brazos extendidos.
Reconocí a Vila-Matas enseguida (yo insisto que tiene finta de argentino), reconocí su mirada un tanto cínica y la expresión en su rostro de estar siempre planeando algo, actitud muy evidente también en sus textos. Pitol presidía la mesa, a su derecha había un silla vacío y después estaba Margo Glandz y la maestra de Ceremonia; a su izquierda Vila-Matas, la directora del Instituto Veracruzano de Cultura y un autor desconocido para mí.
Todos nos hicimos las misma preguntas ¿Y Tabucchi? ¿Y Monsiváis? ¿Y Villoro?
Margo Glantz fue la primera en hablar, yo la había escuchado un día antes en el homenaje que hizo la Universidad Veracruzana al maestro y me parecía que el discurso era muy parecido, así que mi vista se concentró en mirar a Vila-Matas y en imaginar que a los otros autores se les había hecho tarde y que por eso no llegaban. Eso pasó con Villoro, pero no con los demás, quien llegó un tanto desconcentrado, pero esperó a que Glantz terminara su discurso para ocupar su lugar en la mesa.
Era el turno de Villoro, quien luego de contarnos del motivo de la reunión, inició su discurso con la seguridad que le caracteriza. Villoro esa una de esas personas que se imponen, de esas que uno no sabe cómo mirar, de los que no debes perder de vista ni un solo instante porque aprendes hasta de su forma de caminar. Yo lo vi por primera vez hace casi un año, en la feria del libro de Monterrey, presentaba un libro de Enrique Florescano y habló sobre Quetzalcóatl y el espejo humeante; lo hizo de una manera tal que no he podido (ni podré) deshacerme de ese personaje por el resto de mi vida.
Tocaba el turno a la directora del IVEC, quien leería el texto que mandó Tabucchi, “él no pudo tomar el avión, dijo, por cuestiones de salud“. Mi desilusión se hizo presente inmediatamente, “la vida no vale nada, tanto esperar, para nada”, me dije. Ni siquiera escuché el discurso (pero lo tengo grabado), tampoco el de Monsiváis que leyó un escritor local que no precisó las razones de la ausencia.
Sólo tenía una esperanza: Vila-Matas era el único que podía salvar el evento, y lo hizo maravillosamente. Él, a diferencia de los demás, no llevaba un discurso preparado, sólo el prólogo que había hecho para uno de los libros de Pitol. Entre comentarios sincerados y lecturas, rompió la solemnidad del evento y mató de risa a todo el auditorio, es simplemente maravilloso, no podría explicarlo pero prometo transcribirles algunos de sus “comentarios”.
Desafortunadamente el maestro Pitol no pudo hablar mucho, sólo agradeció a los asistentes y a sus amigos, argumentando que se sentía mal de la garganta (después me enteré, desconozco la veracidad, de que padece algo así como una tartamudez) a mi realmente me impresionó porque lo vi un día antes en perfecto estado, por esa y no otra razón decidí no ir a la inauguración de la feria del libro, donde estaría presentado unas revistas. Prefiero quedarme con la primera imagen del maestro.
Cuando terminó el evento, estaba tan maravillada que decidí regresar caminando a casa. Las calles estaban húmedas y había oscurecido. Era uno de esos momentos en que en lugar de caminar parece que vuelas…
Hoy voy a ir a la Feria del Libro. Villoro va a presentar su libro y él, Vila-Matas y Pitol van a “dar autógrafos” (jajaja). Yo creo que hoy no compraré nada de ellos, pero mínimo voy a verlos de lejitos.
Muchas gracias por sus comentarios, son unas verdaderas muestras de cariño.
¡Un abrazo!

jueves, agosto 24, 2006

Niebla


“La niebla de la vida rezuma un
dulce aburrimiento, licor agriduce”
Miguel de Unamuno
24 de agosto
00:35 horas
Aquí estoy intentando escribir. Hace un momento, mientras caminaba a casa entre la neblina, observaba cómo los colores brillantes de las calles y las iglesias se convertían en hermosos tonos pastel, una bella imagen de Xalapa que, aunque característica, no conocía. La neblina trajo también un olor oculto a flores y rocío, que la cotidianeidad y la luz del día, reservan sólo para los caminantes noctámbulos.

Pensé que el tema de esta otra Xalapa, era bueno para el blog y se me ocurrieron muchas cosas, pero después de llegar a casa y leer un mail certero y directo al corazón, me he quedado sin palabras… Contrario a lo que muchos se imaginan no se trata de un mala noticia ni de una desilusión, sólo es una pregunta difícil de responder, lejos de la superficialidad que a veces pueden tener las emociones, esta sencilla pregunta me ha sumergido en un baúl desordenado y oscuro: “mi interior”
La pregunta tal vez no me hubiera provocado tanta angustia en otro contexto, y quizá allá podría ser contestada, aunque sólo que de manera parcial e indefinida, acá es diferente, acá parece que todo empieza de nuevo… Urge una respuesta definitiva e impostergable…

24 de agosto
13:53 horas
Después de pensar mucho por la noche, llegué a una conclusión: debo cambiar de lugar de trabajo. La primera opción es obvia, una biblioteca, la elegida se llama “Carlos Fuentes” y está justo frente a un lindo parque (que nosotros llamaríamos plaza) llamado “Juárez”.
Las grandes ventanas me permiten una hermosa vista: el parque y los frondosos árboles que lo adornan, la pinacoteca “Diego Rivera”y el Palacio Municipal; pero eso no es todo lo que hace bella esta tarde, a esto hay que sumarle la lluvia que cae constante y despacio, pareciera que las gotas no golpean a los transeúntes, más bien que los acaricia.
La gente, acostumbrada al fenómeno, abre tranquilamente sus paraguas, se dirige despacio a resguardarse bajo las ramas de un árbol o cerca de algún edificio, mientras que otros simplemente siguen su camino, porque aquí, a diferencia de lo que ocurre en otras ciudades, las lluvia no detiene el tiempo, la lluvia es simplemente un estado normal…
24 de agosto
16:25 horas
Ya leí el periódico, en todas las páginas se habla de una cosa: Sergio Pitol. Es increíble el cariño que le tienen los xalapeños, apreció evidentemente recíproco y que el autor menciona en cuanto tiene oportunidad: “(Xalapa) es el mejor lugar donde he podido vivir, es decir, el lugar donde mejor he podido escribir”
Pitol tiene una voz sobria y lenta un poco contradictoria con su cara amable y casi siempre sonriente (para comprobar esto último basta con ver sus fotos), pero tiene esa magia de los grandes escritores, sus palabras encantan a sus oyentes de manera tal que es imposible distraerse de ellas, va guiando las emociones de los lectores, de la misma manera que lo hace en sus libros.
De una manera un poco penosa pude saludar al maestro, pero no me siento orgullosa de ello, hubiera preferido mejores circunstancias, pero tampoco estoy en calidad de elegir. Hoy seguro será un gran día, una mesa de trabajo en la que estarán: Tebucchi, Vila-Matas, Villoro (de quien estoy secretamente enamorada), Carlos Monsiváis y Margo Glantz. Yo, debo confesarlo, tengo un especial interés en Tabucchi, más o menos de un año para acá he seguido sus libros y desde “Sostiene Pereira” no ha dejado de maravillarme.
En fin, espero contarles mañana -con toda la emoción de la que soy capaz- como estuvo el evento.
¡Saludos!

miércoles, agosto 23, 2006

"En la escalera de los sueños"

Pese a mi pesimismo de hace unos días las cosas han mejorado. Al fin encontré un lugar acogedor para vivir, es en casa de una chica que vive sola y estudia Lengua Inglesa en la UV.

El lugar es cómodo y confiable, y aunque yo sólo ocupo un cuarto puedo utilizar la cocina para hacerme de comer. Compartimos el baño y puedo ver tele con cable (cosa que no es importante para mí, pero para los xalapeños parece una necesidad básica), está cerca del centro; como a unas tres cuadras de las librerías, a una de una calle que me encanta, el “Callejón del Jesús te ampare”; a unas cinco del vips, que se ha convertido en mi lugar oficial de trabajo porque puedo conectarme a internet y lo cierran a altas horas de la madrugada (no como allá, que pa las 11 ya nos están corriendo). Estoy muy a gusto aquí por lo pronto, pero ya se verá, todo aquí es incertidumbre.

Lo bueno es que a partir del lunes por fin he podido dormir tranquila…

Me cuesta acoplarme porque las cosas acá son diferentes (¡y la gente se burla de mi acento norteño!), creo que Xalapa es muchos mundos, cuando vine en vacaciones me tocó conocer el más parecido al mío, pero ahora he visto de todo y eso me agrada, porque puedo escabullirme entre ellos sin que nadie se percate de mi presencia, aquí definitivamente me estoy convirtiendo en una observadora empírica.

No puedo quejarme, a excepción de la mesera del vips, la gente me ha tratado bien. Ayer conocí a unos chavos veracruzanos, uno de aquí de Xalapa y otro de Catemaco, tienen toda una teoría de cómo conquistar mujeres que se sorprenderían (no se preocupen, conmigo no les funcionó, yo suelo buscar lo esporádico jaja), pero después de pasar la tarde con ellos, una chica española y otro chico de no sé donde, añoraba un momento de soledad (chequen mis contradicciones, primero me siento sola y luego me abruma la compañía ash), así que estuve en el vips hasta casi las doce…

Valió la pena… La mariposa voló muchos kilómetros para visitar ventanas.

En fin, mañana empiezan los eventos del homenaje a Sergio Pitol, va a estar padrísimo, mañana le entregan un reconocimiento en el Museo de Antropología; el 24 (¡se van a morir de envidia!) va a estar con Tabucchi, Monsivais, Vila-Matas y Villoro, en una mesa redonda; el 25 va a presentar unas revistas, el 26 los autores que mencioné ¡van a firmar libros! (yo me quedé pobre, pero ya tengo mi libro de Tabucchi) y el 28 Pitol va a presentar los primeros libros de la colección “Biblioteca del Universitario”. Así que como ven, va a ser una semana muy padre -¡yo todavía no puedo creer que voy a conocer a Tabucchi!- porque estos eventos son por la Feria del Libro Universitario. Pero ya les contaré cómo estuvo todo.

Les mando un abrazo. Gracias por las buenas vibras, me han llegado hasta acá.

Pd. Sé que el nombre no tiene nada que ver, es un “chiste local”

martes, agosto 22, 2006

"Debajo del cielo, encima del mundo"

Hola, bienvenidos a mi blog!

Pues como ven, la tecnología me ha alcanzado y abrí este blog para contarles todos mis aventuras en esta "ciudad de las flores", espero que les guste...

Aquí un texto que escribí el domingo pasado:

Cierto, cambiar de ciudad es difícil, sobre todo cuando es un lugar (aunque amado) desconocido.

Me acuerdo mucho de mis primeros días en Saltillo, tardes enteras en casa de mi abuela, leyendo y pensando… la diferencia es que en ese entonces tenía dos contactos con la realidad: la escuela y mi familia materna. Y aunque aquí no falta quien se acerca de platicar, como un odontólogo que ayer me contaba del mundo editorial en esta ciudad o los meseros del restaurantito al que voy a desayunar, se siente una añoranza inevitable, las cosas serían un poco más fáciles si Paola se hubiera decido a venir conmigo, pero “nadie nos prometió un jardín de rosas” y siempre estuve conciente de esto. Es difícil empezar, pero sin duda todo esto tendrá pronto buenos resultados.

Por lo pronto ya localicé algunos periódicos y las secciones en las que, si me dan la oportunidad, podría publicar. Hay un suplemento cultural interesante en El Diario de Xalapa en donde uno de los consejeros es nada más y nada menos que José Emilio Pacheco. En el Grafico, otro de los periódicos, hay una sección hecha aparentemente por jóvenes en la que también se publican reseñas y textos literarios.

Pero primero lo primero, encontrar casa. Eso se ha puesto un poco difícil porque el lunes inician las clases en las universidades y los lugares económicos ya están ocupados, así que tendré que quedarme una noche más en el hotel para mañana (lunes) seguir buscando.

Extraño todo, hasta las cosas más inextrañables (jaja), pero todo es cuestión de tiempo y espero que en mi próxima entrada ya pueda contarles que encontré una linda recámara para mí solita =)

Muchos saludos a todos, espero pronto saber cómo van las cosas por allá. Mándenme todas sus buena vibras que seguramente llegarán a velocidad luz.

Hasta pronto!