viernes, enero 23, 2009

Nuevo miembro de la familia




El jueves pasado presentamos con éxito “Plaza Ludens” en el rincón favorito: el Cerdo.

Gracias a los que pudieron acompañarme. No sabía lo importante que era hasta que los vi ahí.
Gracias por los buenos deseos y por los abrazos...

Ahí está pues "Plaza Ludens" saben todos que son bienvenidos.
(en la foto: Ray, yo, Fany, Mayo y Jesé minutos antes de la presentación)

sábado, enero 10, 2009

Confesiones cotidianas

7:30 Despierto todavía con el estremecimiento de la noticia de ayer. No me quiero levantar, me quedo un rato más en cama y dormito.

8:00 Es tarde. Tengo un desayuno de trabajo. Lo olvidé. Un baño rápido y subo al carro casi corriendo.

8:40 Aprovecho el semáforo para maquillarme un poco (mi papá odia que haga eso). Avanzo sin pensar. No pongo música, dejo las noticias pero no escucho nada.

9:00 Desayuno. Platicas aquí y allá, algunas risas. El jefe habla y no recuerdo lo que dijo.

10:30 Hay que ir a la imprenta a dejar la nueva revista. Camino con mi amigo, el guitarrista, hablamos y hablamos. En la imprenta: volver más tarde.

11:00 Es temprano, puedo aprovechar para ir rápido al super. También hay que comer.

11:40 Llego al periódico. Los saludos de rutina. Abro las páginas de siempre. Mi correo, aunque nunca hay novedades. Pongo música. Qué lento está el Internet. Paso la vista por la página... veo su nombre, después de tanto. Su nombre. Dudo un poco, abro el correo, mis ojos se deslizan por las letras. Me quedo pasmada. Me quito los lentes. Me froto los ojos. Saco un cigarro y tiemblo. Salgo apresurada de ahí. Era la carta "donde el olvido me nombra su heredera", la carta que esperar sin hacerlo, que dice nada, unas cuantas palabras para calmar la culpa. Habla de recuerdos que no se van a borrar, de disculpas. De amor nada, esa palabra se esfumó hace meses.

12:00 Hablo con Jesé y me calmo un poco. Trato de no pensar, leo y releo el correo, es todo y nada. El día transcurre rápido y yo me hundo en el trabajo como siempre.

5:00 Salgo por fin. Llego a casa de mis padres, lo busco en la computadora sin querer.

5:30 Salimos rápido de casa. Mi hermano maneja. Se descompone el coche y yo trato de mantener la calma. Regreso a casa en taxi y el chofer me habla de esperanza, de ponerle la mejor cara a la vida y yo no digo nada aunque me siento un poco iluminada. Esas cosas suelen pasarme a mi.

7:00 Llego a casa. No hay nadie, es normal. Pongo música, prendo un cigarro y me recuesto en la cama. Mis pensamientos saltan de un lado a otro. La noticia de ayer. El correo de hoy. Luego llega su imagen, más clara que nunca (porque hace días que no lo sueño). Lo veo y me veo a mí. Veo como me abraza por la espalada y me besa. Mi piel se estremece. Por más que intento no pienso en otra cosa. Me abraza en todos los lugares, en la cascada, en su habitación, en la calle, en ciudades desconocidas. Me abraza en todos los tiempos. Vuelvo a sentir aquel bienestar ("la esperanza que me dio tu amor", escucho).

8:00 Llega mi roomie. Le cuento. "No sé que decirte", ni yo sé qué decirme. No logro entender las cosas y pienso que algo bueno sigue, que son formas de cerrar mis círculos (yo y mi filosofía barata). Abro una botella de tinto y me sirvo una copa.

8:30 Ordeno un poco mi recámara. No quiero pensar. Ahora escribo y sigo sin entender. Cierro los ojos. Fumo. Quiero que el tiempo transcurra rápido y decir -como siempre- "Fue bueno que pasara porque eso me enseñó que..." Pero hoy no puedo. No lo entiendo y me duele.

9:30 Me preparo para dormir. Tengo la certeza de que mañana se irá rápido y los días que le siguen. Haré cosas. Presentaré la revista. Me iré de viaje en mi cumpleaños y tal vez siga sin entender, hasta que un día alguien llegue de súbito y traiga de vuelta la esperanza. El pasado ya no va importar y yo podré decir "Que bueno que pasó aquello porque todos esos caminos me trajeron hasta ti".

5 de enero