Me dice un amigo que cuando se está feliz no dan ganas de escribir porque nos dedicamos a vivir esa felicidad y no a intentar explicarla, como se hace con el dolor, quizá, o con la soledad. Y pues yo estoy aquí, tratando de romper con esa maldición...
Pd. medio remodelada, pero con eufórico impulso por escribir... Es que otra vez no pude esperar.
Hoy quiero decir(te)...
Para CC, otra vez
Hoy tengo una extraña necesidad de decirte que estos días contigo, pese a los pronósticos --¿cómo me gusta decir esa frase, verdad?--, son una confirmación de que nunca sabremos cómo ni quién ni cuándo ni dónde. Tu presencia en mi vida la vuelve tan mágica, tan fuera de ciertos alcances, tan impredecible. Una historia en la que cambia la trama a la vuelta de cualquier página.
Hoy quiero decirte que me da las herramientas para afirmar que todo pasa, que todo fluye, que quienes me lo repitieron tantas veces tenían
razón. Que hoy tú llenas mi vida de tranquilidad y de calma, que las cosas se ven distintas por todos lados: encuentro, entre el cielo y la tierra, la altura perfecta a la que puedo volar. Me has ayudado a entender que el pasado pertenece a alguien que ya no existe, que puedo ser la yo que siempre quise ser. Me has enseñado a reutilizar los sentidos: olor, tocar, oír de modo distinto; a volar con los pies, a sentir la música hasta por los poros, a bailar en plena calle, sin pudor. De qué extraño mundo saliste, quién está detrás. Cómo apareciste en el momento justo, el día preciso, con las palabras exactas que necesitaba escuchar. Dime de dónde salieron tus besos, quién los construyó para mí, cómo es que en tus ojos veo tanta esperanza. Dime a dónde fue a parar el miedo, qué hiciste con él, lo guardaste acaso debajo de tu abrazo, lo deshiciste con tus manos tan echas para las caricias. Por qué buscando el amanecer di contigo, cómo es que me haces sentir tan yo, tan completa, perfectible, pero con nuevos ánimos para recorrer todos los caminos y alcanzar todas las metas.
Sólo me queda pedirte que no dejes de susurrarme al odio ni de sorprenderme con una caricia ni de abrazarme tan fuerte ni recordarme todos los días lo lindo que resulta, otra vez, aprender a volar...