Los supo por primera vez el día en que sus nietos la llevaron a su vieja casa. Cuando vio aquel viejo pozo del que ya no quedaba ni una gota de agua, sus 60 años de angustia le cayeron de golpe. Se vio a sí misma a los 16, cuando sacaba agua de aquella noria bajo la mirada incisiva de un hombre de ojos claros y rasgos duros. Frente a las ruinas de esa casa vieja entendió apenas qué significaron aquellas palabras de sus padres: “Te vas a casar con él”. Después de 15 hijos, la muerte del hombre con el que la casaron y educar y escuchar tantas vidas, supo que aquello que vivió se llamaba infelicidad. Así a sus 80 años y frente a aquellas ruinas conoció la libertad, pero cuando se descubrió cansada y vieja también supo que era demasiado tarde.
miércoles, marzo 14, 2012
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