1.Todos los ojos miran unos ojos que no miran…
2.Yo miraba todos los ojos sin saber que unos ojos me miraban a mí.
3.Qué cosas piensas que siempre tienes esa sonrisa que me llenó de calor mientras --entre la niebla-- buscábamos un pueblo oculto en la montaña.
4.Debiste venir conmigo. Debiste venir para darme a probar el sabor a sal de tus palabras. Debiste venir para escucharte con los ojos bien abiertos. Debiste venir para no soñar con la publicidad de la televisión que dejo prendida para ahuyentar el silencio. Debiste venir y no tener que prender el altavoz del teléfono para llenar con tu voz– de madrugada, en tu cumpleaños—las habitaciones de todos los hoteles. Debiste venir para obedecerte despacio cuando –a contraluz—me pidieras que me quitara el vestido. Debiste venir para enredarme primero con tu bufanda y luego en tu cuerpo. Debiste venir para no tener que preguntarme durante todo el día y toda la noche ¿por qué yo? o, mejor dicho, ¿por qué yo no? Insisto. Debiste venir conmigo. Para que nunca supiera que eres un sueño más que lejano. Debiste venía conmigo para sentarnos al borde de un precipicio y lanzarnos los dos al abismo. Eso tenemos en común: yo deseo el vuelo, tú la caída.
3 Comments:
...Y es que cuando los recuerdos llegan no ayudan, y cuando su voz llena, además de la habitación, nuestro interior vuelve la nostalgia y se revive el dolor tan intenso de la ausencia...
verdad?
Buen blog, interesante. Viendo tu perfil encuentro varias similitudes conmigo mismo.
Ivy: Lo bueno de todo es cuando esos momentos se vuelven menos frecuentes. Un abrazo fuerte fuerte
Orfeo: Gracias! te espero pronto por aquí
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