jueves, septiembre 04, 2008

De esos poemas

Hay tres poemas que siempre se cruzan por mi camino en el momento justo, como si me estuvieran esperando.
Este que pego abajo -de don Rubén Bonifaz Nuño- es uno de ellos, no me lo puedo quitar de la cabeza desde hace días. Los otros dos: "Walking Around" de Pablo Neruda y "La canción de Amor de J. Alfred Prufrock" de T.S. Eliot.


Para los que llegan a las fiestas
ávidos de tiernas compañías,
y encuentran parejas impenetrables
y hermosas muchachas solas que dan miedo
-pues no uno sabe bailar, y es triste-:
los que se arrinconan con un vaso
de aguardiente oscuro y melancólico,
y odian hasta el fondo su miseria,
la envidia que sienten, los deseos:
para los que saben con amargura
que de la mujer que quieran les queda
nada más que un clavo fijo en la espalda
y algo tenue y acre, como el aroma
que guarda el revés de un guante olvidado;
para los que fueron invitados
una vez; aquellos que se pusieron
el menos gastado de sus dos trajes
y fueron puntuales; y en una puerta,
ya mucho después de entrados todos,
supieron que no se cumpliría
la cita y volvieron despreciándose;
para los que miran desde afuera,
de noche, las casas iluminadas,
y a veces quisieran estar adentro:
compartir con alguien mesa y cobijas
o vivir con hijos dichosos;
y luego comprenden que es necesario
hacer otras cosas, y que vale
mucho más sufrir que ser vencido;
para los que quieren mover el mundo
con su corazón solitario,
los que por las calles se fatigan
caminando, claros de pensamientos;
para los que pisan sus fracasos y siguen:
para los que sufren a conciencia
porque no serán consolados,
los que no tendrán, los que pueden escucharme:
para los que están armados, escribo.

5 Comments:

Anónimo said...

Precioso poema. Y que conste en alma, quiero decir, en acta, que me has descubierto un nuevo poeta, y eso -está claro- es siempre motivo de agradecimiento. Pues eso. Gracias.

20 SEGUNDOS

Unas miradas
que se encuentran
en un café desierto,

un lunar
en tu cuello
que es capaz
de volverme loco,

y 20 segundos

para encender un pitillo,
dar un trago al vino blanco
y ver cómo llega un tipo
que te besa
con la mitad de ganas
que lo hubiera hecho yo.

Anónimo said...

:O:O:O:O:O:O:O:O:O:O:O:O:O:O:O:O:O!

Anónimo said...

Exijo, ipso facto, intercambien ustedes dos mail (messenger) y empiecen a hablar como la gente!... sì!... usted, Alejandro Lèrida, a usted le hablo, ¿me lee fuerte y claro, me lee?!... su mail a la Mujermariposa por favor, ya...

Emilia Eloìsa.

(¿quièn màs?)

Unknown said...

Algunos poemas se aferran a nosotros. Entran en nuestra alma y ya no quieren salir. Son nuestra sabia y fluyen por nuestras emociones…
Un abrazo

El umbral del desierto said...

Muy buen poema. Parece que ahora hay que descubrir que armas tenemos que escoger. Como los que arrojaron muñecos de peluche a los granaderos. Eso si es jugar sucio.