Hay tres poemas que siempre se cruzan por mi camino en el momento justo, como si me estuvieran esperando.
Este que pego abajo -de don Rubén Bonifaz Nuño- es uno de ellos, no me lo puedo quitar de la cabeza desde hace días. Los otros dos: "Walking Around" de Pablo Neruda y "La canción de Amor de J. Alfred Prufrock" de T.S. Eliot.
Para los que llegan a las fiestas
ávidos de tiernas compañías,
y encuentran parejas impenetrables
y hermosas muchachas solas que dan miedo
-pues no uno sabe bailar, y es triste-:
los que se arrinconan con un vaso
de aguardiente oscuro y melancólico,
y odian hasta el fondo su miseria,
la envidia que sienten, los deseos:
para los que saben con amargura
que de la mujer que quieran les queda
nada más que un clavo fijo en la espalda
y algo tenue y acre, como el aroma
que guarda el revés de un guante olvidado;
para los que fueron invitados
una vez; aquellos que se pusieron
el menos gastado de sus dos trajes
y fueron puntuales; y en una puerta,
ya mucho después de entrados todos,
supieron que no se cumpliría
la cita y volvieron despreciándose;
para los que miran desde afuera,
de noche, las casas iluminadas,
y a veces quisieran estar adentro:
compartir con alguien mesa y cobijas
o vivir con hijos dichosos;
y luego comprenden que es necesario
hacer otras cosas, y que vale
mucho más sufrir que ser vencido;
para los que quieren mover el mundo
con su corazón solitario,
los que por las calles se fatigan
caminando, claros de pensamientos;
para los que pisan sus fracasos y siguen:
para los que sufren a conciencia
porque no serán consolados,
los que no tendrán, los que pueden escucharme:
para los que están armados, escribo.
Para los que llegan a las fiestas
ávidos de tiernas compañías,
y encuentran parejas impenetrables
y hermosas muchachas solas que dan miedo
-pues no uno sabe bailar, y es triste-:
los que se arrinconan con un vaso
de aguardiente oscuro y melancólico,
y odian hasta el fondo su miseria,
la envidia que sienten, los deseos:
para los que saben con amargura
que de la mujer que quieran les queda
nada más que un clavo fijo en la espalda
y algo tenue y acre, como el aroma
que guarda el revés de un guante olvidado;
para los que fueron invitados
una vez; aquellos que se pusieron
el menos gastado de sus dos trajes
y fueron puntuales; y en una puerta,
ya mucho después de entrados todos,
supieron que no se cumpliría
la cita y volvieron despreciándose;
para los que miran desde afuera,
de noche, las casas iluminadas,
y a veces quisieran estar adentro:
compartir con alguien mesa y cobijas
o vivir con hijos dichosos;
y luego comprenden que es necesario
hacer otras cosas, y que vale
mucho más sufrir que ser vencido;
para los que quieren mover el mundo
con su corazón solitario,
los que por las calles se fatigan
caminando, claros de pensamientos;
para los que pisan sus fracasos y siguen:
para los que sufren a conciencia
porque no serán consolados,
los que no tendrán, los que pueden escucharme:
para los que están armados, escribo.
5 Comments:
Precioso poema. Y que conste en alma, quiero decir, en acta, que me has descubierto un nuevo poeta, y eso -está claro- es siempre motivo de agradecimiento. Pues eso. Gracias.
20 SEGUNDOS
Unas miradas
que se encuentran
en un café desierto,
un lunar
en tu cuello
que es capaz
de volverme loco,
y 20 segundos
para encender un pitillo,
dar un trago al vino blanco
y ver cómo llega un tipo
que te besa
con la mitad de ganas
que lo hubiera hecho yo.
:O:O:O:O:O:O:O:O:O:O:O:O:O:O:O:O:O!
Exijo, ipso facto, intercambien ustedes dos mail (messenger) y empiecen a hablar como la gente!... sì!... usted, Alejandro Lèrida, a usted le hablo, ¿me lee fuerte y claro, me lee?!... su mail a la Mujermariposa por favor, ya...
Emilia Eloìsa.
(¿quièn màs?)
Algunos poemas se aferran a nosotros. Entran en nuestra alma y ya no quieren salir. Son nuestra sabia y fluyen por nuestras emociones…
Un abrazo
Muy buen poema. Parece que ahora hay que descubrir que armas tenemos que escoger. Como los que arrojaron muñecos de peluche a los granaderos. Eso si es jugar sucio.
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