lunes, agosto 27, 2007

'Es una costumbre noble, ésa, partir'

Me encantó este fragemento de Cristina Rivera Garza (http://www.cristinariveragarza.blogspot.com) ¿será porque me recuerda a tiempos pasados (y futuros)?

Es una costumbre noble, ésa, partir. Y también es una costumbre brutal. Uno se acostumbra a elevar la mano y a borrar, en ese cauteloso movimiento oscilatorio, lo que queda atrás. Uno olvida, siempre con método. El gajo que desbarata la completad de la mandarina. El puño que se convierte en cinco dedos. La pieza que, por ausente, obliga a la imperfección de las máquinas o la que, por no estar ahí, contribuye al fluir de las aguas. Uno jura. Uno ve el paisaje al otro lado de la ventanilla y descubre, entonces, qué es exactamente el verbo extrañar, el sustantivo nostalgia, el subjuntivo si hubiera, el futuro del condicional. Después, en el anonimato del otro lugar, uno prevarica. Uno inventa un origen y un pasado y, si se puede, lo que vendrá. Luego sólo queda el arrebato que provoca a veces esa corteza, aquella montaña, ese pedazo de ciudad, esta luz.

domingo, agosto 19, 2007


Me han robado los recuerdos

domingo, agosto 12, 2007

La espera terminó

Después de mucho intentarlo la TramontanaSuplemento ya está en circulación, sobra decir que estoy que muero de alegría, ojalá todos tengan la oportunidad de conocerla. Por lo pronto, aquí su primera cara...

martes, agosto 07, 2007

Me alegra que volvieras




Yo nunca sé qué decir en situaciones realmente difíciles, puedo consolar a amigos, dar consejos, pero nunca sé qué decir cuando se trata de algo grave (vida, muerte o la pequeña línea que las divide). A veces me limito a estar, a abrazar, a permanecer en silencio, a sonreír, esperando que eso sirva de algo.


No, no te imagino cayendo. En algún momento del día pensé que quizá unas alas ligeras te salvaron de aquello, que brotaron repentinamente de tu espalda. Pensé que las alas sirven de algo, al fin de cuentas, y que quizá quien menos pensamos, en el momento más oportuno, despliegan unas enormes y poderosas alas blancas o azules, ¿de qué color serían las tuyas? ¿qué tan grandes eran que te trajeron de regreso muchos metros?

Tal vez nunca caíste --¿has pensado en eso?-- tal vez las alas te salvaron antes de llegar al suelo...

Todo esto sólo es para decir que me alegra que volvieras, que en la distancia me limito a estar, a abrazar, a permanecer en silencio, a sonreír, esperando que eso sirva de algo.