martes, febrero 26, 2008

Volver


"pero el viajero que huye,

tarde o temprano detiene su andar"



Y que me voy a Xalapa. Sensación agridulce. Miedo y euforia. Dispuesta a dejarme sorprender. Voy a recoger la parte de mi que dejé con la promesa de que volvería. Ya les contaré los hallazgos.

jueves, febrero 21, 2008

Otro de esos textos



Me gustan los días como ayer en que puedo caminar por las calles del centro pese al frío. Me encantan las noches de neblina con pocos transeúntes en las banquetas. Me gusta sentir esa liberad de tomar cualquier rumbo, de decidir, las repuestas a las preguntas que en el pasado no quise hacer, la luz de los coches y el sonido de las llantas en el asfalto. Me gusta no apurarme y, aún así, no perder el autobús, planear viajes, realizarlos.
Me gusta enterarme de cosas que, aparentemente podrían tumbarme, pero que al final me liberan y me hacen más fuerte, los adioses definitivos, el punto final de las historias. Me gusta empezar un nuevo libro y no tener la más mínima idea de lo que ocurriría en el segundo párrafo.
Me gusta la incertidumbre, la disfruto, mi trabajo que me da la oportunidad de hacer muchas cosas, que mi grupo de amigos sea reducido. Me gusta pasar las tardes en un café o las noches recorriendo la ciudad, visitar viejos lugares con viejas personas. Me gusta vestirme de rojo y pintarme muchas veces el cabello, la libertad, el aire en la cara. Me gusta mi vida y sus posibilidades, los aprendizajes diarios, lo que tuvo que pasar para llegar a esto...


Foto: Manuel Álvarez Bravo, La buena fama durmiendo

sábado, febrero 09, 2008

Soy

Acabo de cumplir 24 años, hace una semana, y debo confesar que tengo un poco de miedo. Miedo porque a esta edad me imaginaba diferente, no mejor ni peor, sólo diferente.

Veo hacia atrás --no puedo evitarlo-- pienso en el 2005 y en los días con la cabeza hundida, en que era incapaz de mirar hacia al frente. Pienso en cómo vi desfilar frente a mi un montón de oportunidades que desperdicié. Y aunque ya esa tristeza no vuelve con los recuerdos, no puedo evitar sentir escalofríos.

Después el viaje a Xalapa, los descubrimientos, la fortaleza que me dio vivir sola-sola, los viajes interiores y las ganas de dejar de huir y enfrentar de una vez al mundo.

Este año quiero cerrar todos los ciclos. Ya volvía al periódico ese, en el que tanto padecí, me sentí fuerte volando otra vez por esos pasillos. En semana santa espero volver a Xalapa, recuperar la mitad de mi que dejé ahí abandonada.

Y aunque este cumpleaños lo pasé sola (bueno, ni tanto), no me torturé pensando en por qué ese "alguien" no estuvo ahí. Me senti feliz por todos los descubrimientos, por cumplir un año con mi revista, por haber hecho todo eso sola-sola.

Esta vez me siento fuerte, ya no añoro el pasado, ya no me interesa que él vuelva, no quiero a alguien a mi lado que no sea capaz de amarme bien, todo, sin querer cambiarme, sin traicionarme, auténticamente. Y no tengo prisa de que llegue.

Hoy vuelo por encima del desierto, cumplo mis sueños, el asiento a mi lado lo ocupa mi oficina móvil, viajo, río, vuelvo, vivo, soy, después de tanto...

lunes, febrero 04, 2008

Qué me quedó de ti (el regreso)

Total, regreso. Intenté escribir en dos blogs y no ha funcionado, así que regreso a esta vieja casa, le he cambiado la pintura, el fondo. Tal vez inició con un objetivo olvidado, pero se ha convertido en cómplice de todas mis historias.
Y como regreso les regalo este textito reciente.

Qué me quedó de ti...
El recuerdo de una noche blanca. Una frase detrás de un cuadro, otro cuadro que al final no nos robamos. Un gusto renovado por el tequila. Las risas en mitad de una fiesta, los ojos que nos miraban extrañados. El caminar de puntitas por los pasillos. La imagen de un adorno de brujas. Escaparnos a la azotea que no nos gustó. Asomarnos por las ventanas. Las risas estrepitosas, las ahogadas. Los susurros de tu voz cansada. Los pretextos, las advertencias. El sabor a sal de tus palabras. Los proyectos, la energía, los planes. Los mensajes en celular al día siguiente. La pasión que me contagiaste desde que te vi. Las palabras que ya se me olvidaron y las que recuerdo todavía. Los poemas que te sabes de memoria. Los secretos que te conté. Las ganas de dormir en el desierto. La extraña sensación de haber alcanzado un sueño. La necesidad de salir a caminar, en pleno mediodía, para escribir, mentalmente, este texto y transcribirlo ahora, mientras recorro el mismo desierto, esta vez en sentido contrario.