sábado, enero 27, 2007

Días de invierno (segunda parte)

IV

Y por todo: porque no quisiste
permanecer, porque me olvidas,
porque me voy tristeando, gracias
te doy….
Rubén Bonifaz Nuño

Escapándonos, escondiéndonos, llamándonos en silencio, acercándonos, alejándonos, mirándonos; entre la gente, delante, detrás, en habitaciones en penumbras, entre calles solitarias; durante una noche que casi duró una vida.

Y soñar y que imagines y me hables y me beses y que me inventes mil nombres y los susurres a mi oído y me quieras y te escapes y regreses y me abraces.

Tú con tu particular ternura, mirándome con cariño, con miedo, con remordimiento, con incertidumbre, con despedida.

viernes, enero 26, 2007

La mujer del desierto

He vuelto a Castaños y como cada vez que recorro esos interminables paisajes de desierto, llegan los recuerdos. Hoy que fui a una tiendita (porque afortunadamente acá todavía se va a la tiendita y no al oxxo) cerca de mi casa, me encontré con una chica un poco menor que yo --tengo un vago recuerdo de ella de hace unos siete años-- y de pronto me vi en la época de secundaria, rodeada de chicas como ella, mis 50 kilos de peso y mi metro sesenta de estatura, no eran nada en comparación con esas chicas de anchas caderas, bustos grandes y ropas entalladas.

Se paraban con autoridad, lanzando el pecho hacia fuera y retando a quien intentara llevarle la contra. Yo las miré siempre de lejos y admiraba ese “algo” que las hacía ganarse el respeto, por lo menos del resto de las mujeres. Ellas son las hijas del desierto de mi tierra: ásperas, valentonas, arrogantes e impenetrables. Ellas son las descendientes de aquellas mujeres nómadas que para dar a luz se agarraban de las ramas de un árbol, cortaban el cordón umbilical e inmediatamente seguían su camino como si nada.

Las mujeres del desierto desafían todos los obstáculos, salen de noche a cortar leña, se levantan antes que nadie, con los primeros cantos de los gallos, y todos los días, a todas horas, se paran frente a la muerte y la retan.

Mi abuela es un claro ejemplo de esto, es toda una mujer de desierto, tiene las manos rugosas, ásperas, como planta de desierto, pese a su cuerpo pequeñito, esa mujer tenía en su brazos y sus piernas la fuerza suficiente para arrear caballos, moler maíz, levantar macetas, cargar costales de verduras, educar a 15 hijos y además adoptar otros cuatro que, por azares del destino, tuvo que cuidar.

A veces la muerte parece que la convence, que le gana y ella dice despacito, como si no quisiera ser oída, que “está vida no es vida” y empieza a enumerar uno a uno todos sus muertos y se queda pensando, imaginando por horas, hasta que los gritos de alguno de sus bisnietos rompen con el silencio y la vida se extiende por toda su habitación y ella sonríe con gratitud a esa criatura --como ella les dice-- que espantó una vez más la muerte de su casa.

Otra incansable mujer del desierto es mi tía Socorro, la hermana mayor de mi papá. Es una vieja gordita que avanza con un paso lento y pausado. Todos los días recorre las calles que separan su casa con la de mi abuela para tomar una taza de café y recordar. Yo las miro encantadas, entendiendo ese código extraño que hay entre ellas (y que no existe con las demás hijas), sorprendiéndome con sus interminables historias. Si por alguna razón mi tía no llega a la cita, ya está mi abuela pegada a la puerta, asomándose a ver si aparece por algún lado.

Pereciera que el tiempo y la muerte hacen estragos en mi tía lentamente, pero ella nunca deja que le ganen la batalla. Con muchos esfuerzos camina, ve, oye; tan despacio va perdiendo los sentidos que nunca se dio cuenta que ya los demás tenían que gritarle, que ahora tendría que usar un aparato en el oído izquierdo, que ahora tampoco el derecho le funcionaba. Pero, eso sí, nunca olvida su sonrisa, sus carcajadas estrepitosas y sus ojos llenos de ternura cada vez que me paro junto a su mecedora y me dice “nena” y me abraza.

Si algo me han enseñado estas mujeres, es a sobrevivir todos los días, a sacarle la vuelta a las adversidades, a sonreír, a mirar el cielo, a amar la tierra que les permitió sobrevivir, y si a veces me parece que carezco de su fuerza y valentía, siempre me siento orgullosa de la sangre de mujer del desierto que corre por mis venas.

jueves, enero 25, 2007

El amenazado

Es el amor. Tendré que ocultarme o huir. Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz.

La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única. ¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras, la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que usó el áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas, la serena amistad, las galerías de la biblioteca, las cosas comunes, los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de los muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?

Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo. Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por las ventanas, pero la sombra no ha traído la paz.

Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo. Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles.

Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar. Ya los ejércitos me cercan las hordas. (Esta habitación es irreal, ella no la ha visto). El nombre de una mujer me delata. Me duele una mujer en todo el cuerpo.

Jorge Luis Borges

martes, enero 23, 2007

Malas noticias

Fallece el periodista polaco Ryszard Kapuscinski



EFE
El Universal
Varsovia, Polonia


Martes 23 de enero de 2007. El destacado escritor y reportero polaco Ryszard Kapuscinski falleció hoy en Varsovia, a los 75 años de edad.

El escritor, quien sufría de una grave enfermedad, fue sometido a una complicada operación el pasado sábado.

En el 2003 recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades.

**

Con 17 años de edad se inició dentro del periodismo en la revista Hoy y mañana, pero su profesionalidad se forjó en la agencia de noticias polaca Polish Press, donde cubrió 17 revoluciones y procesos de descolonización en África, Asia y América Latina, entre 1959 y 1981.

Es considerado como uno de los mejores reporteros del siglo XX.

Estudió en la Universidad de Varsovia Historia y arte, aunque finalmente se dedicó al periodismo.

Colaboró en los diarios Time, The New York Times y Frankfurter Allgemeine Zeitung.

Compaginó desde 1962 sus colaboraciones periodísticas con la actividad literaria y ejerció como profesor en varias universidades.

Fue nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Silesia en 1997.

Recibió el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2003.

Entre sus libros están: El Emperador, El Sha, El Imperio, Ébano, considerado por muchos su mejor libro, con reportajes ubicados en varios países de África; Lapidarium IV, La guerra del futbol, Los cínicos no sirven para este oficio, basado en entrevistas y conversaciones moderadas por Maria Nadotti; Un día más con vida, El mundo de hoy, Viajes con Herodoto y Los cinco sentidos del periodista.



sábado, enero 20, 2007

'Mariposa de pequeños vuelos'

...pero eso no es todo, una amiga de vuelos escurridizos ha tenido a bien regalarme algunos poemas de mariposas, de su propia autoría, aquí uno de ellos, del 2005:


Mariposa

Para que los vuelos valgan, que sea con un rumbo;
para que la guerra baste, que ganes tus tierras;
para que la libertad sea tal, que no existan cadenas;
para que tu seas tu, que te ames entera
.

Mariposa
de las flores los pétalos son suaves,
sus colores seducen y complacen,
de los cielos el voluptuoso viento
viento en contra a favor tibio o helado
tus alas eleva tus vuelos altera;
Mariposa
de las flores caen a tierra las semillas,
la tierra -esa sustancia áspera y negra donde no vuelas- oculta sus raíces,
busca raíces, mariposa, busca raíces;
Mariposa
de los vientos, de las flores, de los vuelos cansados y cíclicos,
de la historia propia y de la ajena, de la luz del sol y de la luna,
hasta de las bombillas y las velas;
Mariposa
mereces un descanso, un lugar, una casa, un suave pan una suave piel
que conserve el calor de la tuya, unas raíces;
Mariposa
toma conciencia de tus alas
-no esas bellas de colores y transparencias no esas de tu piel tatuada-
las otras, las que no ven no ves no vuelan
las que me deslumbran ahí en torno a ti a tu espalda,
las que me atemorizan al verlas ahí plegadas;
Mariposa
Mariposa de pequeños vuelos
busca tus raíces, despliega tus alas
deja de volar sin rumbo
¡deja de temblar llorar cansarte!
Mírate de frente y desnuda, Mariposa,
como yo te miro como yo te admiro,
como te presiento... date tregua...
o no, ¡no te des tregua, date guerra!
pelea por tu tierra por tu libertad
-la libertad grande, no esa que te venden a
precio de terrena sangre famosos guerrilleros-
deja de volar torpemente en torno a las
bombillas, a los pueblos, a las flores...
ya busca tu rumbo, ya sigue las pistas,
ya se franca y ya: emprende vuelos grandes.

martes, enero 16, 2007

'Bailarinas silenciosas'


Por los visto el poema anterior intimidó a mis lectores, así que mejor les dejo esta canción que no puede faltar en la colección porque, junto con un muchacho, una guitarra y un parque, inició toda esta obsesión por las mariposas:

MARIPOSAS

Hoy viene a ser como la cuarta vez que espero
desde que sé que no vendrás más nunca
he vuelto a ser aquel cantar del aguacero
que hizo casi legal su abrazo en tu cintura
y tú apareces por mi ventana
suave y pequeña, con alas blancas
yo ni respiro para que duermas
y no te vayas.

Qué maneras más curiosas
de recordar tiene uno.
Qué maneras más curiosas
Hoy recuerdo mariposas
que ayer sólo fueron humo
Mariposas, mariposas,
que emergieron de lo oscuro
bailarinas silenciosas.

Tu tiempo es ahora una mariposa
navecita blanca, delgada, nerviosa
Siglos atrás inundaron un segundo
debajo del cielo, encima del mundo

Así eras tú en aquellas tardes divertidas,
así eras tú de furibunda compañera.
Eras como esos días en que eres la vida
y todo lo que tocas se hace primavera
¡Ay mariposa!, tu eres el alma
de los guerreros que aman y cantan
y eres el nuevo ser que hoy se asoma
por mi garganta.

Qué maneras más curiosas
de recordar tiene uno.
Qué maneras más curiosas
Hoy recuerdo mariposas
que ayer sólo fueron humo
Mariposas, mariposas,
que emergieron de lo oscuro
bailarinas silenciosas.

Tu tiempo es ahora una mariposa
navecita blanca, delgada, nerviosa
Siglos atrás inundaron un segundo
debajo del cielo, encima del mundo.

Silvio Rodriguez

domingo, enero 14, 2007

Mariposa*

Tu sexo,
una mariposa negra.
Y no hay metáfora:
entró por la ventana
y fue a posarse
entre tus piernas.

Francisco Hernández
---
*Otro regalo del muchacho (de septiembre del 2005)

viernes, enero 12, 2007

Cazando mariposas

Uno de mis propósitos de año nuevo fue reunir todos los textos que tengo sobre mariposas y hacer algo con ellos, todavía no se me ocurre qué hacer, pero mientras lo invento, los empezaré a publicar aquí, para compartirlos con ustedes, de igual forma, si pueden enriquecer mi colección, estaría muy agradecida.

Este primer texto, de Octavio Paz, me lo regaló un muchacho (ocelotl) hace tiempo...



La mariposa volaba entre los autos.
Marie José me dijo: ha de ser Chuang Tzu,
de paso por Nueva York.
Pero la mariposa
no sabía que era una mariposa
que soñaba ser Chuang Tzu
o Chuang Tzu
que soñaba ser una mariposa.
La mariposa no dudaba:
volaba.

Octavio Paz

viernes, enero 05, 2007

'enfermo de delicia'

Mi mal difiere de todos los males; gozo con él, mi
mal es lo que quiero y mi dolor es mi salud. No sé
por qué me quejo puesto que mi mal viene de mi
voluntad; es mi querer el que se convierte en mi
mal; pero tanto contento me produce este querer
que sufro con agrado, y tanta alegría me da mi do-
lor que estoy enfermo de delicia.

Chrétien de Troyes

miércoles, enero 03, 2007

Días de invierno

I

Te quiero sólo para sueño
Fernando Pessoa

Déjame robarte un beso, déjame escuchar tu respiración en mi oído, déjame tenerte mientras dura un beso, mientras llegamos juntos al final de la escalera en la que abriremos dos puertas diferentes.

Déjame mirarte de nuevo, deja que recuerde el encuentro como el vuelo común entre dos aves que habitan cielos diferentes, como una mariposa y un colibrí...

Deja que me pose en tu presente antes de que se escape. Dame un segundo para conocerte, para olvidarte, para quedarme sólo con el brillo de tu mirada.

Déjame conocerte en la tierra, no me muestres el paraíso; no me muestres las líneas de tus manos, déjame adivinarlas.

II

Eras mi viento, más no a favor
eras mi barca en el pedregal
eras mi puerta sin tirador
eras mi beso buscando hogar

Silvio Rodríguez

Cuando no esperaba nada, cuando no tenía qué perder, cuando estaba parada frente al pasado, contemplándolo y no veía más que ruinas: las ruinas de un corazón, ahora acorazado, temblando de miedo.

Cuando me vi en muchos ojos y no encontré nada. Cuando moría de ganas por pararme bajo la lluvia y sentir que aquella era la felicidad plena. Cuando caminaba entre las tumbas de un panteón y le lloraba a los desconocidos, a los que no reciben flores, a los que nadie les quita el polvo de su cripta. Cuando veía una estrella fugaz y ya no me esforzaba en repetir el mismo deseo porque seguramente se lo sabían de memoria.

Cuando descubría mares, desiertos y montañas a través de una ventana y volteaba emocionada a un asiento que encontraba siempre vacío. Cuando del otro lado de la línea sólo había un sonido intermitente. Cuando levantaba de la calle una hoja que sobrevivió al invierno y la apachurraba entre las hojas de un libro, muriendo por las ganas de querer regalársela a alguien. Cuando me había acostumbrado al mar de tierra roja del desierto, ese que te envuelve entre sus olas de polvo. Cuando todo era crepúsculo y fin, cuando ya no había amanecer ni principio… apareciste tú.

Como un huracán arrastrando todo, con tus besos sabor a brisa, con tu olor que se aferra a mi ropa, con tu abrazo de mar, de terciopelo. Con tus ojos que veo cerrando los míos, con tu sonrisa que tantas veces contemplé desde la distancia, con tu nariz, tus labios y tus manos recorriendo mi cara; con el manantial de tu boca, inacabable, inabarcable. Tu tan ave, tan pez. Tan mar, tan lluvia, tan río.

Tú de noche y de madrugada, mirándome por encima de la música, cerrando los ojos, acurrucado en mi cuello.

Tú con tu miedo --recordándome el mío--, con tu boca dulce: oscuridad, dicha, abismo. Con tu pasado, tu presente y tu futuro.

Yo sin poder resistirme a la belleza. Tú con tus verdades, tus no, tus dudas. Tú del otro lado de la línea, de la mesa, del espejo.

Y tú frenando el vuelo, cerrando la puerta, porque otra vez las circunstancias, otra vez a destiempo, otra vez el destino, otra vez la vida. Y yo cerrando los ojos para no ver cómo te marchas… Y despertar al día siguiente y que una lágrima se escape sin querer e imaginar que no todo terminó, que algún día puede ser… y esperar y callar.
III

Lo malo de los besos es que crean adicción
Joaquín Sabina

Misteriosamente después de verlo me dieron unas desesperadas ganas de escribir, como si una energía brotara de las llamas de mis dedos que van demasiado lento, que no alcanzan la velocidad de las cosas, ni a registrar los recuerdos antes que se pierdan entre la imaginación y el anhelo.

Antes de que olvide a lo que saben sus labios, antes que se borre de mi ropa su olor, antes que deje de sentir el calor de su cuerpo recargado en el mío, su mano internándose en mis cabellos o colocándose en mi espalda y apretándome hacia él.

Deteniendo en tiempo en “La vie en rose” y un beso perfecto para la ocasión: lento, interminable:

Tú muriéndote de ganas y yo mordiéndome los labios, agachando la mirada, ocultándola detrás de los cristales para que no descubrieras el fuego de la casa, mis ojos ardiendo en llamas.

Silenciosamente deseaba que se cumplieran los sueños de la primera noche y fugarnos, perdernos en el mar o en la montaña; pero he aprendido esperar y si lo he hecho durante tanto tiempo puedo hacerlo ahora.

Esperar el vuelo permanente, el fin de este ir y venir del cielo a la tierra, preparándome para vuelos futuros, para el vuelo constante, para el día en que no tenga que volver a pisar la tierra.