jueves, enero 25, 2007

El amenazado

Es el amor. Tendré que ocultarme o huir. Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz.

La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única. ¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras, la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que usó el áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas, la serena amistad, las galerías de la biblioteca, las cosas comunes, los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de los muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?

Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo. Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por las ventanas, pero la sombra no ha traído la paz.

Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo. Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles.

Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar. Ya los ejércitos me cercan las hordas. (Esta habitación es irreal, ella no la ha visto). El nombre de una mujer me delata. Me duele una mujer en todo el cuerpo.

Jorge Luis Borges

2 Comments:

Anónimo said...

Hey! dónde quedaron las mujeres del desierto?? o no fue en este blog que lo leí? No me quieran volver loco...

Anónimo said...

Me duele una mujer en todo el cuerpo! Ah que Borgesín, siempre sorprendiéndonos... el poema o prosa poética o como se llame, definitivamente, sí es genial... aunque siento cuscús de que Borges hable del amor... ¿será un amor laberíntico, circular, infinito, cósmico? jajajaj

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