viernes, octubre 27, 2006

Destruyendo fantasmas

Hace poco protagonicé un duelo de poesía. Yo iba bien armada con mis inseparables Pablo Neruda y Rosario Castellanos, la más poderosa de mis armas era “Elegías del amado fantasma” y ese poema de Neruda que les gusta a todos los hombres: “El inconstante“ (si quieren saber de qué hablo, sólo léanlo. A mi me gusta la primera parte).

La guerra terminó en empate y a mi me quedó la satisfacción de poderme acercar a la Castellanos sin miedo, sin que sus versos me duelan demasiado, sin mirarme en su espejo, sin imaginar un futuro igual de funesto. Ahora puedo encontrar alegres sus versos y ver los colores que se esconden tras un aparente duelo...

En honor a eso, les regalo este poema (uno de mis favoritos), ojalá les guste.

Tercera elegia
De elegias del amado fantasma
I
Como la cera blanda, consumida
por una llama pálida, mis días
se consumen ardiendo en tu recuerdo.
Apenas iluminas el túnel de silencio
y el espanto impreciso
hacia el que paso a paso voy entrando.
Algo vibra en mi ser que aún protesta
contra el alud de olvido
que arrastra en pos de sí a todas las cosas.
¡Ah, si pudiera entonces crecer y levantarme,
alumbrar como lámpara
alimentada de tu vivo aceite
en una hoguera poderosa y clara!
Pero ya nada alcanza a rescatarme
de la tristeza inerte que me apaga.
Grandes espacios ciernen finas nieblas
entre tu rostro y los que aquí te borran.
Tu voz es casi un eco
y lejos resplandece tu mirada.
II
Como queriendo sorprender tu ausencia
desnuda, abro las puertas de improviso
y acecho las ventanas entornadas.
Encuentro las estancias desiertas y sombrías
donde el vacío congela sus perfiles
ciñéndose a la linea de tu cuerpo.
Es como una profunda y simple copa
para beber la integridad del llanto.
III
Tal vez no estés aquí dominando mis ojos,
dirigiendo mi sangre, trabajando en mis células,
galvanizando un pulso de tinieblas.
Tal vez no sea mi pecho la cripta que te guarda.
Pero yo no sería si no fuera
este castillo en ruinas que ronda tu fantasma.

P.d. Por cierto, la banda de la Escuela de Letras, va hacer el altar de muertos en su honor, así que no se lo pierdan ¡Bien por ellos!

lunes, octubre 23, 2006

En los brazos de mi abuela

"El mar es tan hondo y aprendiste a flotar”
Jaime Ades

Si hay un lugar donde puedo acurrucarme y perder el temor al mundo, es en los brazos de mi abuela, esa vieja menudita ha soportado todo: más de diez partos, una infinidad de tormentas -naturales y humanas-, todas las carencias y todos los dolores.

Su paso es lento pero nunca inseguro, porque a sus más de setenta años ha andado todos los caminos y conoce a la perfección todos los atajos…

Me abraza con todos sus triunfos, con su infinidad de fracasos, con sus brazos llenos de desierto, de noche y medio día.

En sus manos, entre las líneas y las arrugas, están ocultos todos sus años, los rostros de todos los niños que alguna vez se abrazaron a sus faldas, los que, como yo, se ocultaron en su abrazo…

Con su inextinguible olor a campo recorre -lento- las calles, desesperada porque sus piernas ya no andan igual y a veces tiene que detenerse a descansar o agarraste de un muro, de una pared, de un brazo…

Mi abuela es una de esas grandes madres, como la tierra. Tiene esa extraña combinación de una antigua diosa azteca en la que se reúnen todos los dones: la fecundidad, el amor y la guerra.

Cuando parece que detrás de sus ojos ya no pasan los recuerdos, siempre surgen de improviso sus historias, sus modos de comprender el mundo, las formas que heredó de su madre, aquella mujer de carácter inquebrantable.

Mi abuela no le teme a la muerte, si no se muere, dice, es para no hacernos sufrir.

Se indigna por las cosas incomprensibles que pasan en el mundo, lanza una plegaria en silencio, mientras los ojos se le llenan de tristeza.

Sonríe siempre al verme, me abraza y sabe cuántas lágrimas he llorado, cuántas sonrisas he perdido y con toda su paciencia me ayuda a encontrarlas.

Los brazos de mi abuela son mi sitio favorito, mi volver a las raíces, mi amor por los recuerdos, mi encuentro con el pasado, mi pasión por la historia, mi cariño por el campo, mi fe en la paz, mi confianza en la vida…

jueves, octubre 19, 2006

sabores



La sangre de mis
heridas sabe a vino tinto

martes, octubre 17, 2006

11:11




Las 11:11 fue la hora en que todo se detuvo, en que la voz quiso cantar, en que las canciones aparecieron por casualidad. En que los ojos se reconocieron en una mirada. En que los labios nunca dejaron de “ser”. Los secretos se descubrieron, las preguntas nunca dichas encontraron respuestas.

A las 11:11, el pasado, con todos sus prejuicios y fracasos, reunió todo: las canciones, los anhelos, las promesas…

La hora en la que todo fue posible y el sueño y el amor deja de ser utopía.

Abrazarlo todo, poseerlo todo, amarlo todo, dejarlo todo, soñarlo todo, porque el tiempo con su terrible impaciencia empuja los minutos, las horas, los días y lo convierte todo en recuerdo...

'Esta boca es mía'



Hola a todos:
La vida me trae y me lleva, pero siempre llego al lugar en el que debo estar... Así que entre estas mudanzas se me ocurrió abrir mi columna en línea, en la que publicaré crónicas, reseñas, etc. Los asuntos personales se quedan aquí en "Mariposa de sangre marrón", pues "Esta boca es mía" será totalmente periodística.

Por lo pronto la comparto con ustedes, espero sus comentarios y sugerencias, sé que serán buenos críticos...

El titulo es de una canción maravillosa de Sabina y además es una copia del nombre de la columna de Lydia Cacho en la revista "Tentación" que salía (o sale) en El Universal, pensé que sería de buena suerte que se relacionara con estas dos personas que me encantan y que tienen un largo camino recorrido… Ya luego elegiré un nombre "exclusivo" para mi…

Bueno, se los presento: http://cyntia-moncada.blogspot.com/ ahí está lo que sé hacer, bien o mal, ahí la llevo.

sábado, octubre 14, 2006

Congregación de pasados

Ahora que tengo un alma que perder
Ahora que no te debo ni me debes
Ahora que estas a tiempo de olvidarme
Ahora que no te quiero todavía.
Joaquín Sabina

Un hecho extraño amerita mi impostergable regreso al blog. Desde hace varios meses el pasado me ha sorprendido mezclándose misteriosamente con mi presente: de pronto me lo encuentro caminando por la acera de enfrente, en Internet (a altas horas de la madrugada), llega de manera sorpresiva a mi casa a mostrarme cómo hemos cambiando, me manda correos pidiéndome otra oportunidad, o me recuerda de pronto el poema escrito por un niño de secundaria…

Mi pasado se está saliendo de control. Los recuerdos no sólo están regados por toda mi habitación, están luchando con todas sus fuerzas para no perecer, y se aparecen en los lugares más insospechados, se esconden bajo las uñas, se acurrucan bajo la almohada para colarse en mis sueños.

Están aterrados, se resisten a morir, hoy me llevaron a un lugar cerca de la carretera, me mostraron la noche y sus estrellas, pusieron a toda volumen esa canción para que me encontrara de frente con esos ojos fugaces que me miran siempre a través de la oscuridad.

Me empujaron a callejones sin salida donde se guardan las lágrimas de aquel amante de los ojos tristes, donde se encierran todas sus canciones. De los dobleces de mi ropa sacaron antiguos olores: a lluvia de septiembre, a noches frías, a veranos interminables, a pieles claras y morenas.

Me taparon los ojos y me trajeron un par de labios (de los que “sacan de quicio”): volví a ver cómo lentamente se aceraban a los míos, empujados por un hombre vestido de pasión y sangre…

Y ayer el pasado tocó mi puerta, ese hombre alto y lúgubre se apareció con todos sus recuerdos, me sorprendió con el miedo de siempre, miedo a acercarme demasiado, a decir demasiado, a preguntar demasiado, a mirar demasiado, a amar demasiado…

lunes, octubre 09, 2006

¿Quién me ha robado el mes de abril?

Sólo para que sepan que sigo viva... que pese a todo sigo aquí ('estoy ausente, pero aquì estoy')... Porque como dice Rosario Castellanos "el dolor —¿y qué otra cosa soy más que dolor?— me ha hecho eterna."

¿Quién envenena las palabras?
¿Quién truca el dado del parchís?
¿Quién me asesina por la espalda?
¿Quién llora si me ve reír?

¿Quién va desnudo a la oficina?
¿Quién contamina mi jardín?
¿Quién ha inventado la rutina?
¿Quién coño me ha robado el mes de abril?


Joaquín Sabina

miércoles, octubre 04, 2006

De regreso

Hola a todos!

Pues este post es sólo para decirles que ya estoy en Xalapa (llegué hoy miércoles). Hice una parada técnica en Tampico y como siempre me la pasé muy bien...

Espero pronto tener nuevos textos y experiencias para compartir...

Saludos a todos!

Los extraño!

domingo, octubre 01, 2006

Sencillos deseos


Pues estoy a un día de mi partida, quizá ahora por un lapso más largo… Esta vez todo parece más difícil, más doloroso, pero también más definitivo…

Ahora prefiero tener la mente en blanco y, estando allá, en mi soledad voluntaria, seguro podré pensar mejor todo, verlo a la distancia y dejarlo pasar…

Ahora leo este poema de Gioconda Bellí, quien se une a mi lista de poetizas dolorosas (junto con Rosario Castellanos y Sylvia Plath):

Sencillos deseos
Hoy quisiera tus dedos
escribiéndome historias en el pelo,
y quisiera besos en la espalda,
acurrucos, que me dijeras
las más grandes verdades
o las más grandes mentiras,
que me dijeras por ejemplo
que soy la mujer más linda,
que me querés mucho,
cosas así, tan sencillas, tan repetidas,
que me delinearas el rostro
y me quedaras viendo a los ojos
como si tu vida entera
dependiera de que los míos sonrieran
alborotando todas las gaviotas en la espuma.
Cosas quiero como que andes mi cuerpo
camino arbolado y oloroso,
que seas la primera lluvia del invierno
dejándote caer despacio
y luego en aguacero.
Cosas quiero, como una gran ola de ternura
deshaciéndome un ruido de caracol,
un cardumen de peces en la boca,
algo de eso frágil y desnudo,
como una flor a punto de entregarse
a la primera luz de la mañana,
o simplemente una semilla, un árbol,
un poco de hierba.