martes, diciembre 04, 2007

Despedida



Todo lo que termina, termina mal, poco a poco.
Y si no termina, se contamina más, y eso se cubre de polvo.

Andrés Calamaro


Ese día algo se rompió dentro. Quizá fue algo que dijo o algo que omitió, algo que vi en su ojos o algo de lo que me perdí mientras los cerraba. Tal vez fueron esas ganas de ahogarme en el hueco de su pecho, de creer que sus brazos me iban a salvar. Quizá fue imaginar que la locura era él. Tal vez fue creer que sus besos eran capaz de limpiarlo todo, de dejarme nueva. Tal vez fue por pensar que "el mundo es redondo y perfecto".


Pudo ser cualquier cosa, pero todo se rompió en pedacitos tan pequeños que parece que ya no existen. Lo supe porque en lugar de llorar me quedé mirando a la noche, porque desperté y el rostro a mi lado ya no era el de antes, porque el mío tampoco era igual. Lo supe porque salí y no sentí el frío, porque se me perdieron la felicidad y la tristeza.


Ahora es necesario dejar todo atrás...


***


Este lugar está tan lleno de él, de mi, de una yo que ya no encuentro, por eso decido abandonarlo. Voy a ver a dónde se fueron las mariposas, a buscarlas... Muchas gracias a todos los que me han leído, a los amigos, a los bloggeros. Gracias a todos por seguirme, ya los mantendré informados de mis nuevos pasos.


Les dejo, por lo pronto, todo mi cariño

domingo, noviembre 18, 2007

de aquí en adelante

Hoy es el día en que empieza todo otra vez... hoy es el día en que el pasado es sólo hace unas horas... hace una semana, hace un día, hace un año, ya no cuenta... hoy soy yo y la vida por delante...

martes, noviembre 06, 2007

Escrito un día del 2007 (ii)


El que se va se lleva su memoria,
su modo de ser río, de ser aire,
de ser adiós y nunca.
Rosario Castellanos


Los lugares se quedan con los recuerdos, no las personas ni los papeles ni las promesas.

Los lugares se quedan con los recuerdos, los guardan como ecos y al pasar a su lado susurran aquello que, tal vez sin querer, habíamos olvidado.

Las bancas se impregnan de aromas, las calles atrapan la respiración. Los rincones de la habitación están repletos de gemidos y en las sombras del pavimento se van formando las miradas.

Las canciones repiten los nombre, las horas, cada una de las palabras, marcando una y otra vez el curso de la herida.

Somos nosotros --no los lugares ni las cosas-- los que olvidamos, y al mirar por casualidad una banca y recorrer sin querer una calle, una humareda de recuerdos se cuela por los sentidos.
Es entonces cuando entendemos que no hemos olvidado, que la piel se eriza todavía al recordar ese cuerpo desnudo, el olor de cierta mañana, el frío de las calles, el calor de una cama.

Los lugares guardan incluso las cosas no dichas, los podría, los quizá, los todavía.

Somos nosotros los que olvidamos, porque ya es primavera y el sol quema la piel, porque el invierno acabó aquella fría mañana.

domingo, noviembre 04, 2007

Escrito un día del 2007 (i)

Hay nombres que más vale no volver a pronunciar. Hay rostros, miradas que es mejor olvidar, por más bellas e inolvidables que sean. Hay noches de frío que es preferible no repetir. Hay palabras de amor que están mejor en el olvido. Hay caricias, besos que viven mejor, a salvo, enterrados bajo la piel. Hay deseos que es mejor ahogarlos bajo las uñas, hundirlos hasta atravesar la piel, mezclarlos con la sangre y ahí, corriendo entre las venas, estarán realmente a salvo.

Hace frío, pero es mejor cubrirlo con sábanas. Hay miradas que deben dirigirse hacia otro lado: a los ojos que miran y en su mirada aman. Hay huecos que vale más no volver a ocupar. Hay caricias que queman la piel. Hay vuelos, hay incendios que no vamos a repetir por nuestra incapacidad de controlarlos.

lunes, octubre 15, 2007

Un regalo de Lety


a mi me toca hacer el texto, a ver qué se me ocurre...

martes, octubre 09, 2007

Lo que duele...

Lo que duele no son las noches sin ti. Lo que duele no son tus intentos (a veces fallidos) por olvidarme. Lo que duele no son las tardes en que ya no estamos juntos ni las sonrisas. Lo que duele no son tus ojos huidizos. No. Lo que duele es la mañana. Lo que duele es despertar.

miércoles, octubre 03, 2007

Hoy...

Hay tantas cosas que quisiera decirte. Decirte por ejemplo que la estación de Castaños se quemó y que estoy muy triste. Decirte que nos darán a final de mes el libro para corregir, que estoy nerviosa por mis clases, que no se me ocurren ejercicios para los chavos. Decirte que hay cosas que olvidaste en mi casa y que no te quiero regresar. Decirte que es triste que sea octubre porque me acuerdo del año pasado y de los encuentros furtivos en tus viajes a Monclova. Decirte que lloro todas las mañanas. Decirte que ya no tengo miedo y que a veces hasta soy feliz. Decirte que todos mis intentos por conocer a alguien más han fracasado, que esta vez no quiero olvidar en los mismos brazos...

Hoy hasta me dan ganas de decirte que te extraño. Extraño una pierna debajo de mi pierna, los masajes a mis pies cuando estoy cansada. Extraño largas caminatas, de la mano, hablar de todas las cosas. Extraño que me mires mientras hablo y que me de pena y que te sientas orgulloso de mi. Extraño que me abraces bajo la lluvia, que tú mamá me hable de ti. Extraño que corras por el supermercado y que yo tenga que seguirte, ver juguetes juntos, pensar en la morecita...

Hoy me dan ganas de buscarte, de encontrarte, aunque luego te vuelva a perder...

domingo, septiembre 30, 2007

La trapecista

La trapecista encarna el drama del amor y está siempre en manos del aire. La trapecista no comparte el estigma: ser de la tierra y regresar a la tierra. Vivir atados al polvo por la ley de la gravedad y por la pesadumbre del cuerpo. La trapecista actúa siempre con dos pero nunca se queda con ninguno. Se hunde y vuela en la noche en donde no hay red. Su cuerpo se hace vida ante la muerte. La trapecista es el deseo que se va, se halla al alcance de la mano y se escapa. Alta como una estrella en la desnudez, su arte de estar presente se llama ausencia.

José Emilio Pacheco

Rosario Castellanos:

Voy a matarme de trabajo, pero voy a ser escritora...

sábado, septiembre 29, 2007

...

Por orgullo quizá, o por no pensar demasiado, es que no he querido escribir aquí, cuántas personas leerán este blog, y cuántas de esas no quiero que me vean triste. Y aquí, justo aquí, recuerdo eso de "quién llora si me ve reír", porque hoy lloro al ver que alguien allá lejos está feliz y lo supe precisamente por un blog.

Hoy solo quiero decir que duele, que me duele el futuro, otra vez, que me duele estar acá, en la casa de mi infancia, casi escondida. Me duele que sea septiembre, otra vez, como hace un año, me duele saber que tengo que regresar, otra vez, cuando empezaba a hacer mi vida acá, pero lo que más duele, días y noches, cuando despierto y antes de dormir, es saber que debo volver y que él no estará, otra vez....

miércoles, septiembre 12, 2007

Cuatro formas...




www.quedeletras.com

lunes, agosto 27, 2007

'Es una costumbre noble, ésa, partir'

Me encantó este fragemento de Cristina Rivera Garza (http://www.cristinariveragarza.blogspot.com) ¿será porque me recuerda a tiempos pasados (y futuros)?

Es una costumbre noble, ésa, partir. Y también es una costumbre brutal. Uno se acostumbra a elevar la mano y a borrar, en ese cauteloso movimiento oscilatorio, lo que queda atrás. Uno olvida, siempre con método. El gajo que desbarata la completad de la mandarina. El puño que se convierte en cinco dedos. La pieza que, por ausente, obliga a la imperfección de las máquinas o la que, por no estar ahí, contribuye al fluir de las aguas. Uno jura. Uno ve el paisaje al otro lado de la ventanilla y descubre, entonces, qué es exactamente el verbo extrañar, el sustantivo nostalgia, el subjuntivo si hubiera, el futuro del condicional. Después, en el anonimato del otro lugar, uno prevarica. Uno inventa un origen y un pasado y, si se puede, lo que vendrá. Luego sólo queda el arrebato que provoca a veces esa corteza, aquella montaña, ese pedazo de ciudad, esta luz.

domingo, agosto 19, 2007


Me han robado los recuerdos

domingo, agosto 12, 2007

La espera terminó

Después de mucho intentarlo la TramontanaSuplemento ya está en circulación, sobra decir que estoy que muero de alegría, ojalá todos tengan la oportunidad de conocerla. Por lo pronto, aquí su primera cara...

martes, agosto 07, 2007

Me alegra que volvieras




Yo nunca sé qué decir en situaciones realmente difíciles, puedo consolar a amigos, dar consejos, pero nunca sé qué decir cuando se trata de algo grave (vida, muerte o la pequeña línea que las divide). A veces me limito a estar, a abrazar, a permanecer en silencio, a sonreír, esperando que eso sirva de algo.


No, no te imagino cayendo. En algún momento del día pensé que quizá unas alas ligeras te salvaron de aquello, que brotaron repentinamente de tu espalda. Pensé que las alas sirven de algo, al fin de cuentas, y que quizá quien menos pensamos, en el momento más oportuno, despliegan unas enormes y poderosas alas blancas o azules, ¿de qué color serían las tuyas? ¿qué tan grandes eran que te trajeron de regreso muchos metros?

Tal vez nunca caíste --¿has pensado en eso?-- tal vez las alas te salvaron antes de llegar al suelo...

Todo esto sólo es para decir que me alegra que volvieras, que en la distancia me limito a estar, a abrazar, a permanecer en silencio, a sonreír, esperando que eso sirva de algo.

lunes, julio 30, 2007

Cambio...


y luego comprenden que es necesario
hacer otras cosas, y que vale
mucho más sufrir que ser vencido
Rubén Bonifaz Nuño

los fugitivos del deber
cogen su maldición y se la beben
Joaquín Sabina

un helado por una taza de café.
un antro por una mesa, amigos alrededor y botella al centro.
la canción que suena en la radio por una pieza de jazz.
un hotel de cinco estrellas por una noche de luna llena en el mar.
una ciudad por un pueblo.
una blusa de marca por un libro.
dejar la mitad de mi en el camino por llegar renovada.
el bullicio por la soledad.
la tranquilidad por el desasosiego.
lo posible por lo imposible.
la realidad por los sueños.
una multitud de amigos por unos pocos sinceros.
ser Fama por ser Cronopio.
la necedad por la sensatez.
mi pasado por el futuro.

jueves, julio 05, 2007

Mis recuerdos son vagabundos (ii)

Por una extraña razón me encontré leyendo algunos viejos mails (los recuerdos, siempre los recuerdos), son de mi segunda etapa en Xalapa, no tenía ganas de escribir en el blog, así que escribía colectivamente a cuatro amigas muy especiales, todas tan diferentes, pero todas importantes.

Mis correos y sus respuesta me han puesto a pensar: a una de ellas casi le he perdido la pista, la he visto unas cuatro veces en el año; con otra de ellas apenas empiezo a reestablecer la comunicación; a la tercera también la he visto muy poco, algunas salidas, algunos cafés; la última ha sido la menos accidentada.

Me he puesto melancólica y un tanto enojada conmigo, con mi poca disposición para mantener algo que era importante, algo que sigue siendo importante, porque pese a los dolores, a los errores, no deja de importarme lo que les pasa. Me sigo preguntando cómo están, aunque no lo demuestre, me sigo preocupando por ellas y, silenciosamente, me duelen sus dolores.
Me acuerdo de las charlas de café y vuelvo a la pregunta milenaria ¿qué significa para mí la amistad?, ¿será cierto que la amistad puede superar y olvidar y no morir?

Luego pienso en las personas importantes que se quedaron en el pasado, en amistades que me hubiera gustado mantener, en que es demasiado tarde. Pienso en los amigos que siguen, aunque la comunicación no pueda ser constante, pienso en los que se van a ir, en lo mucho que los voy a extrañar.

Pienso en personas, en recuerdos, en madrugadas, amanecer en el mar, noches de luna llena, de estrellas, pienso en canciones, en poemas, en libros. Aprieto los recuerdos y me quedó con las ganas de decir: ojalá todo fuera como antes.

miércoles, junio 27, 2007

Recuerdas cuando...

A mi amiga May, por su graduación

Recuerdas cuando nos conocimos, nos topamos un par de ocasiones en eventos organizados por nuestras escuelas, pero la primera vez debió ser un debate que, recuerdo bien, se llevó a cabo en mi escuela, mis compañeros y yo nos quejábamos porque hablabas, hablabas y nunca nos dejaste participar.

Recuerdas que un día pasabas por mi casa con tus amigas, yo salí a decirles adiós y decidieron quedarse toda la tarde en mi casa. Intercambiábamos correspondencia con niños te nuestras respectivas escuelas y nosotras éramos el cartero. Era una época difícil para mí, ¿te acuerdas? a mis escasos 12 años me enfrentaba, por primera vez, con el significado real de la amistad. Así empezó todo. El grupo de chicas que venían a visitarme se redujo hasta que sólo quedaste tú. Y luego entramos a secundaria, estábamos en grupos diferentes, pero nos veíamos todos los días en el mismo taller.

Recuerdas que una vez nos llevaron a las dos a Cuatrociénegas a un foro de Seguridad Escolar. Te acuerdas que estábamos juntas en declamación de poesía, en obras de teatro, en debates de todos los temas posibles y en bailables. Recuerdas los recesos interminables en la prefectura, recuerdas nuestras complicidades, nuestras sonrisas, nuestros llantos.

Te acuerdas de que siempre nos gustaban los dos chicos que eran los mejores amigos. Recuerdas que cuando terminé con mi primer novio me puse a llorar encerrada en un salón y tú estuviste conmigo. Recuerdas todos nuestros cumpleaños.

Recuerdas todas las veces que, encerradas en mi recámara, escuchábamos música a todo volumen y soñábamos. Recuerdas la vez que intentamos hacer un programa de radio. Yo siempre quise estudiar Comunicación, tú siempre soñaste ser Contadora.

Recuerdas nuestro último día en la escuela. Recuerdas que nos sentamos a verlo todo, desde arriba, que nos grabamos cada uno de los rincones, de los recuerdos. Era la primera etapa que concluíamos juntas, sin saber que habría muchas más y que volveríamos a tener esa conversación otras veces: cuando la Preparatoria, cuando la Universidad.

Me acuerdo cuánto te extrañé en la graduación, tu abuela murió un día antes, te dolió tanto, no estuviste ahí, pero yo pensé en ti todo el tiempo, porque las palabras de despedida que escribí para esa noche, habían sido pensadas en ti.

Recuerdas la primera vez que sentimos la muerte, cuando un muchacho de tu salón murió y nos pasamos la tarde entera llorando y cantando una canción de Mónica Naranjo.

Recuerdas las noches en vela, los cigarros a escondidas en el techo de mi casa. Recuerdas las cuatro paredes de mi recámara que vieron cómo nuestras charlas iban cambiando y cómo siempre estábamos preguntándonos cosas. Recuerdas que fui testigo de esa forma tan rápida y triste de madurar, te acuerdas cuánto sufrí contigo.

Han pasado once años, amiga, durante todo este tiempo he visto tus triunfos y tus derrotas, tus alegrías, tus tristezas, tus desilusiones y tu gran capacidad para levantarte y dejarlo todo atrás, tu a veces frialdad ante la vida, pero también tú pasión (aunque a veces quieras ocultarla). Todavía hay tiempo para bajar a sentir: el viento en la cara, la lluvia en el cuerpo, la tierra en los pies, la piel en las manos, los sonidos, los olores, los sabores, la vida se compone de tantas cosas.

Ayer, mientras te escucha hablar, mientras sentía tanto desencanto pensé que la respuesta estaba en el pasado, en recordar los sueños que sin querer (o queriendo) perdiste...

martes, mayo 29, 2007

Cinco cosas que me obsesionan del café:

1. La cantidad exacta de azúcar y su perfecta dilución.

2. Que no esté fresco.

3. Que no tenga la cantidad precisa de lecha o crema y adquiera un extraño color entre verde y café.

4. Los residuos que se quedan en el fondo de la taza (a algunas personas les sirve para leer el destino, pero a mi no me sirve para nada).

5. Poder dejar de tomar después de la tercera taza.

lunes, mayo 28, 2007

Entre fantasmas

Sin querer, quizá, lo elegido todo así. He decidido vivir entre fantasmas que vienen a susurrarme sus historias al oído. He decidido vivir entre recuerdos, entre nombres tallados en una cripta, entre actas de defunciones, en la mente de una niña que vive en un pueblo en medio del desierto y que todo le impresiona.

He decidido vivir entre los cabellos blancos de mi abuela (cada uno contiene una historia), entre las pisadas de la gente en las calles (imaginando su destino), entre sonidos de ferrocarril y las cruces que enmarcan su camino.

Pero también decidí vivir entre otros fantasmas, entre nombres que desconozco, entre personas que se ocultan tras un anonimato que nunca entenderé, entre palabras que no voy a descubrir, entre historias que nunca conoceré completas, entre cariños incomprendidos, entre pasados que lastiman, entre apariciones furtivas, entre extrañas compañías, entre complicidades, entre las miradas que lo ven desde no sé qué distancia, entre nombres que me son familiares y que no.

He decidido vivir entre fantasmas y vivo, quizá, gracias a ellos...

miércoles, mayo 16, 2007

Buscando muertos

Empieza la época de más calor en el año, todavía es primavera y la temperatura asciende ya a los 40°, imposible salir así, aguardo en mi casa mientras el sol baja un poco y alrededor de las siete empiezo mis visitas.

En mi lista se encuentran parientes lejanos, tíos, abuelos, conocidos de mis amigos, todos los que tengan algo que decir, aunque sea una aportación pequeña, incluso la “no información” es motivo de atención, ayer lo comprobé, los fantasmas sólo han sido vistos al sur de la ciudad, al norte nada.

Visito archivos, las palabras se convierten sólo en eso, no hay gran diferencia entre “choque hipovolémico” o “traumatismo craneoencefálico”, ambas muertes me interesa porque se relacionan contres circunstancias: choque, atropellamiento por coche o por el tren.

Una vez ubicada la fecha, me dirijo al archivo a buscar la nota. El 40 por ciento de esas muertes efectivamente fueron causadas por el ferrocarril. Localizo parientes, conocidos, pregunto, caras que miran al suelo, no quieren recordar.

No importa los años que hayan pasado, nadie ha cuestionado, a nadie le quedó dudas, nadie se preguntó, “A los muertos hay que dejarlos en paz”, y siguieron esa eterna procesión de la Iglesia al panteón, bajo la mirada de todos los habitantes que se unían despacio, uno a uno, a las filas…

Mis tías, cuando les pregunto, ya sólo me saben decir: “ay hija, otra vez buscando muertos”. Recorro sus tumbas, recorro sus cruces, buscando una razón, una pista, una respuesta, algo en común, un hilo que me permita unir las piezas, unir cada una de esas cruces que adornan las vías del ferrocarril, bajo cuyo recuerdo se oculta mi infancia.

En mi habitación: notas, fotografías, fechas, nombres, números, edades, parece que nada coincide.

Pienso que si Martha Veliz viviera las cosas serían más fáciles, que tal vez con su ayuda… pero ya no está, me puso en el camino que ahora tengo que recorrer sola. Sigo hojeando notas periodísticas: un hombre bocabajo descansa sobre un charco de sangre, un montón de ropa en la que antes hubo alguien.

Nombres, fechas, lugares, edades, cruces, sonidos estridentes, ecos…

Continuará…

jueves, mayo 10, 2007

'Viajar, perder países' en homines.com

domingo, mayo 06, 2007

"Porque éramos amigos..."


Después de dos años de perdernos, encontrarnos y volvernos aprender, entendí que lo mejor es la ausencia, el silencio, vernos desde lejos para confirmar que estamos bien, guardar los recuerdos en una caja de cristal, de la que podemos hacer uso sin necesidad de abrirla, esparciendo su contenido por toda la casa (el presente).

Dar por terminado aquél juego de ajedrez, dejar de aniquilarnos. No más jaque mate, sólo la ausencia, la distancia, el silencio...


AJEDREZ

Porque éramos amigos y, a ratos, nos amábamos;
quizá para añadir otro interés
a los muchos que ya nos obligaban
decidimos jugar juegos de inteligencia.

Pusimos un tablero enfrente de nosotros:
equitativo en piezas, en valores,
en posibilidad de movimientos.

Aprendimos las reglas, les juramos respeto
y empezó la partida.

Henos aquí hace un siglo, sentados, meditando
encarnizadamente
cómo dar el zarpazo último que aniquile
de modo inapelable y, para siempre
, al otro.



Rosario Castellanos

jueves, mayo 03, 2007

...

No, no quiero consuelo, ni olvido, ni
esperanza.

Quiero valor para permanecer,
para no traicionar lo nuestro: el día
presente y esta luz con que se mira entero.

de 'Lívida Luz', Rosario Castellanos

lunes, abril 09, 2007

Convocatoria

Como está próximo a celebrarse el Día del Niño, “La Tramontana” publicará una edición especial con cuentos para ellos.

Los invitamos a colaborar con textos de 700 palabras máximo, la fecha límite es el 23 de abril.

De la misma manera se invita a pintores, diseñadores y fotógrafos para que nos apoyen con la ilustración.

Se incluirán únicamente cinco textos, así que apúrenle.

lunes, abril 02, 2007

VISITA

lunes, marzo 26, 2007

Mis recuerdos son vagabundos (i)

Después de un día entero entre proyectos, planeaciones, literatura testimonial, historia oral, periodismo, salgo --casi huyendo-- a caminar un rato por mi pueblo. Para hacer más tiempo paso a la tienda, compro un refresco, doy vuelta a la plaza --casi oscurece: es el momento ideal para caminar-- no puedo pasar un día aquí sin comprar un elote (los mejores en todo el país), así que me desvío un poco.

Justo cuando me dirigía a casa, un chico en una camioneta roja se detiene al lado mío y me grita “¡Cyntia!” y yo con cara de confusión, pena y recorriendo mis recuerdos a mil por hora le contesto “Hola”. Él pone una enormísima sonrisa mientras yo sigo recorriendo nombres, rostros, salones de escuelas, hasta que él dice “¿No te acuerdas de mí, verdad?”, y yo con la mirada saltando de un punto a otro respondo “No”, “Soy Luis Enrique”, me dice, “¡ah, claro! ¿Cómo estás? Ya ni te pareces”, él se apresura a decir “te vi hace rato pero no te quise saludar porque pensé que no me recordarías” --como evidentemente sucedió-- “es que no te pareces nadita” (una camioneta pitando atrás, estamos deteniendo el tráfico), “bueno, a ver si luego platicamos”, me dice y arranca

Claro, mis recuerdos de vagabundos que son se congregaron inmediatamente en el presente:

Desde siempre (y esto lo repito cada vez que con insistencia alguien me dice “preséntame a una amiga”) se me ha facilitado tener más amigos hombres que mujeres.

Cuando era niña tuve grandes amigos: J, hijo de amigos de mis papás y compañero de juegos desde que tengo memoria. Recuerdo que me encantaba ir a su casa porque su papá tenía una colección hermosa de hojas de árboles, me quedaba horas mirándolas, eran de todos tamaños, formas y colores, bellísimas todas. Casi aprendimos a leer juntos y nos pasábamos horas mirando una enciclopedia con todas las cosas que un niño debía saber.

Tenemos muchísimas anécdotas chistosas y un montón de fotos juntos (ya saben, era mi pareja en los bailables y esas cosas). Está ligado a mis primeros recuerdos y hasta mi abuela todavía de vez en cuando me dice “¿Te acuerdas cuando me decías que J era tu novio?”.

De pronto nos perdemos la pista, pero cuando nos encontramos por las calles del centro de Saltillo, actualizamos señas particulares, para perdernos por un tiempo otra vez. Supongo que es de esas personas que nunca olvidas, que sonríes cada vez que miras su foto, que lloras (de felicidad) cuando te enteras de que se casa o que se gradúa o que consiguió un excelente puesto y que cada vez que lo encuentras (sin importar la cantidad de años, hijos, matrimonios o divorcios que hallan pasado) recuerdas que estuvieron juntos en el punto de partida, en el incio de la carrera y que ojalá tengas la oportunidad de verlo llegar a la meta.

Otro amigo inseparable fue V, pasamos el cuarto año de primaria juntos todo el tiempo, hacíamos tarea en su casa o en la mía porque yo tenía que explicarle todo, él hacía todo menos poner atención, siempre llegaba tarde a la escuela y con cara de dormido, volteaba a verme y yo, con todos mis diez años, le lanzaba miradas de desaprobación. Cuando llegaba a casa, hablábamos por teléfono durante horas y en mis fiestas siempre quería pasar desapercibido, pero con su particular sonrisa siempre iluminaba todas los rincones.

Era una infancia feliz hasta que un día me contó que se iba con su familia a Estados Unidos y que regresaría en unos años, ese fue el día más triste de toda mi niñez. Años después, cuando vino su hermana, me mandó una foto con marco y todo, él tenía esa sonrisa suya tan particular que se mudo al buró de mi recamara durante muchos años.

Una vez, estando ya en secundaria, llegó por sorpresa a mi casa. No lo reconocí, tenía el pelo largo, aretes y pantalones holgados. El chico que iba con él me dice “Es Víctor, el que estaba contigo en la escuela” (creo que nunca olvidaré esas palabras), volteo a verlo y pone esa sonrisa suya que me hizo reconocerlo enseguida. Salté de felicidad y lo abracé, platicamos un buen rato, "Estoy aquí de vacaciones", quedamos en vernos pronto. Me lo encontré un par de veces después, siempre gustoso de verme, pero hace años que no sé nada.

Cuando se fue, siempre tuve la esperanza de que volvería y que todo serían como antes, jamás suedió. Pero me dejó lindos recuerdos y la certeza de que la amistad pura, tierna y desiteresada realmente existe.

Y así muchas historias de esas: entrañables.

Fui mil veces confidente, cupido, asesora en exámenes, tapadera con maestros y prefectos, hermana mayor regañona y anfitriona para algunos de mis compañeros de secundaria, recuerdo a muchos de ellos: Josúe, Félix, Chiva, Güicho, Daniel, Aarón, Luis, Víctor, Elí, en este grupo también entra Luis Enrique, era uno de los siempreinvitados a las fiestas de mi casa, se reunía con sus amigos frente a mi casa y siempre buscaba la oportunidad de escaparse a platicar conmigo.

Creo que este lugar --la recámara donde pasé la adolescencia-- es ideal para recordar. El silencio de esta casa vacía es el espacio perfecto para que mis recuerdos tan vagabundos ellos, se sienten un rato descansar.

domingo, marzo 25, 2007

La número cien*

* Texto leído en el evento "La número cien: presentación del proyecto editorial Dosfilos", dentro del festival Arte de Letras.

"La crítica es, para mí –dice Octavio Paz– una forma libre del compromiso. El escritor debe ser un francotirador, debe soportar la soledad, saberse un ser marginal. Que los escritores seamos marginales es una condenación que es una bendición".

Emprender una labor editorial dentro de la cultura (con todas las implicaciones que ésta requiere) no es asunto fácil: en principio se encuentra la concepción de un proyecto serio y novedoso que pueda seducir al lector contemporáneo; en seguida, convencer a distintos negocios e instituciones de que les conviene anunciarse en la revista, y, quizá lo más difícil, hacer ver a los autores de trayectoria que esta publicación es realmente seria, para que nos envíen un textito (aunque no sea inédito), y convencer a los autores jóvenes de dejar que sus manuscritos salgan a la luz. Por eso no es ociosa la sentencia que declara: "Si una revista excede los tres ejemplares, entonces no es cultural".

Afortunadamente siempre existen seres animosos (y quizá algo tercos) que han lanzado esta moneda al aire y han salido avantes, haciendo de sus publicaciones no sólo un medio vivo y plural de exposición y crítica de la cultura, sino un punto de partida en un amplio sentido, arraigándose profundamente en la vida de distintas generaciones de autores y lectores. Entre ellas podemos contar a las revistas Vuelta, Taller, Generación y algunas más contemporáneas como Alforja y Oráculo.

Dosfilos es sin duda parte de este grupo parteaguas. Fundada en 1974 (a la par de Tierra Adentro en Aguascalientes) y un par de años antes que Vuelta (1976), abrió un espacio importante para los escritores de Zacatecas (y del Norte del país en general) marcando sin lugar a dudas a los autores y lectores que han transitado por sus páginas.

Así, si la sola idea de crear una revista que alcance los 10 números es un acto que comienza a antojarse heroico, realizar esta labor de edición, siempre seria y novedosa, durante más de treinta años, es un hazaña asombrosa y admirable.

Es por eso que esta noche nos sentimos honrados de reconocer el trabajo realizado en el proyecto editorial Dosfilos, que próximamente pondrá en circulación el número cien de su revista...

domingo, marzo 18, 2007

con José Emilio Pacheco


Flecha
No importa que la flecha no alcance el blanco.
Mejor así.
No capturar ninguna presa,
no hacer daño a nadie,
pues lo importante
es el vuelo, la trayectoria, el impulso,
el tramo de aire recorrido en su ascenso.
la oscuridad que desaloja al clavarse,
vibrante,
en la extensión de la nada.
José Emilio Pacheco

lunes, marzo 12, 2007

La tierra del híkuri


Una escapadita del mundo no le hace daño a nadie.

Amanecer en Real de Catorce, cargarse de energía, caminar, ponerse al sol y regresar con las ventanillas abiertas, sintiendo el aire en la cara.

sábado, marzo 03, 2007

'juntos bajo el llanto del sauce'

En esta noche rara (solitaria) de sábado, decido abrir una caja que desde hace algunos meses tengo clausurada. Impulsada quizá por una pelea (tonta), busco un noséqué en esa cajita y lo primero que encuentro es una liadísima carta del 17 de mayo de 2004. El muchacho remitente escribía cuentos todavía y me conquistaba con frases que aún (casi tres años después) hacen que mi corazón de un vuelco:

“Me llamo con tu nombre pronunciando el mío (...) Estamos juntos bajo el llanto de un sauce (…) Amar nos deja moretones que no curan los besos, sino el tiempo. Amémonos con furia, pues. Besémonos después de todas formas”.

Dejo la cartita afuera -más tarde la pondré quizá en mi escritorio- y cierro la caja, me rehúso a ver todo lo demás, me quedo con toda esa furia y fuerza del dosmilcuatro y, otra vez, sonrío…


sábado, febrero 24, 2007

Del baúl de los recuerdos

El bote de basura

Fijémonos bien. El bote de basura es el más satisfecho de todos los objetos. Hojas, libros completos, plumas, comida, recuerdos, frutas, verduras, ausencias, espacios, papeles, cuadernos, juventud, juguetes, vidas, tela, sueños. Guarda cosas tan inimaginables que ni siquiera nosotros sabemos que perdemos.

jueves, febrero 22, 2007

Mariposa en la red

¿Recuerdan ese texto "El tren se llevó todo" que publiqué post atrás? pues me acabo de enterar de que me lo publicaron en Homines. Muy contenta por eso. Aquí el link:


P. D. Si les interesa publicar en este portal, mándenme sus textos y yo se los hago llegar a la redactora.

martes, febrero 20, 2007

Invitación


Para la edición de marzo 18 de la página “La tramontana” voy a incluir mini cuentitos (de unos 10 reglones) que se relacionen de alguna manera con la primavera.
Están todos invitados a participar, pueden dejarlos aquí o mandarlos a la.tramontana@yahoo.com.
Muchas gracias, ¡nos leemos pronto!

sábado, febrero 17, 2007

Palabras de la griega

No me guardes en tu imaginación.
No me pienses.
Tus ojos están llenos de espléndida ponzoña.
No me mires.
Que mi saliva te inunde la garganta.
No me asfixies.
Deja de agusanar mi mente confundida.
No me pudras.
Guarda mis incisivos en una caja de plata
pero no te arrodilles ante sus resplandores.
No me reces.
Que mis ropajes no sirvan de velamen
a los navíos sin patria.
No me rasgues.
Que mis coágulos no vivan en tus uñas
ni en los nudillos que derriban templos.
No me maldigas.
En la herida la sal halle su suerte.

Francisco Hernández

jueves, febrero 15, 2007

‘Amor se llama el juego’

Texto publicado en la página "La Tramontana: periodismo y literatura" del periódico La Prensa de Monclova, Coahuila.

Desde el principio de los tiempos el amor ha ocupado un lugar privilegiado en la literatura: enamoramientos entre dioses y mortales, amores imposibles, clandestinos, prohibidos o dulces e incontrolables capaces de superar cualquier obstáculo. Monumentales libros se han escrito para definir este misteriosos sentimiento, desde El arte de amar, de Ovidio, hasta La llama doble, de Octavio Paz.

Así que, para ponernos ad hoc con el ambiente romántico que pinta de rojo todas las vitrinas de los supermercados, hemos decidido darle un espacio también en esta página.

Empezamos esta edición con una selección de libros románticos, contemporáneos, que sin duda pueden servir como regalo en estas fechas o para leer en cualquier época del año.


‘Pero siempre nos queda París’

Aunque Guía triste de Paris de Alfredo Bryce Echenique (Lima, Perú, 1939) no es precisamente un libro romántico, tiene cuentos que entran a la perfección en esta temática; claro, no se podría esperar menos teniendo como escenario la ciudad del amor por excelencia.

El mejor ejemplo es, sin duda, el cuento "Deep in a dream of you" con su "si tú no te despegas de mí, yo tampoco" o "¿Por qué hace años que no te espero y ahora te espero desde hace años y años?".

Historias de encuentros y despedidas como en el relato "Lola Beltrán in concert": "de regalo de separación, me pidió que le obsequiara un tocadiscos para seguir oyendo en Lima la misma música que oíamos en París, para acordarse siempre de mí cuando me olvidara".

Parejas dispares: "Se habían querido demasiado, parece ser, pero cada uno a su manera" (en el cuento "Chateau Claire").

Romances que la ciudad luz regala como despedida: "Nunca nos preguntamos nada, Géraldine Maillet y yo, y por ello sigo inclinándome a pensar que cada uno fue para el otro, como en un sueño" (en "Las porteras nuestras de cada día").

El libro nos regala melancólicos recuerdos que se escuchan como eco en las calles, en las latas pateadas en las calles, en los rincones habitados por peruanos y que el autor reconstruye para darnos noticias de un París, sorpresivamente triste: "Tuviste que ser tú, París canalla".

Alfredo Bryce Echenique, Guía triste de Paris. España, editorial Punto de Lectura, 2001.

Geografía mexicana y amor Visitando la República Mexicana, sus lugares ocultos, su interminable comida, sus paisajes, sus rincones melancólicos, Sara Sefchovich (México, 1949) en Demasiado Amor recorre de principio a fin también el amor: "Con él fui por la tierra y por el agua, con él conocí el cielo y el sol, la noche, la lluvia, la dicha…"

Utilizando el género epistolar, el personaje nos muestra cómo sin querer su vida se transforma y se divide: "Toda mi vida estaba suspendida en el amor a él, esa vigilia, esa espera de los fines de semana que era cuando me buscaba".

En estas páginas se vive a flor de piel un verdadero amor que "es imposible de soportar. Porque no se le puede permitir que se muestre indigno de los espléndidos sueños que se forjan para él. Porque no se le puede permitir que caiga en la rutina, en la costumbre".

Sara Sefchovich, Demasiado amor. México, editorial Planeta, 2000.

Un amor imposible en la China del Norte
El amante de Marguerite Duras (Saigón, 1914) es un libro imprescindible en esta colección, con su romanticismo, sensualidad y pasión hasta los codos, nos narra la historia en la que una niña se enamora de un hombre mucho mayor que ella, millonario y comprometido.

El chino y la niña viven una historia intensa y oculta en una pequeña casa en el centro de la ciudad, entre comerciantes y mercaderes:

"Se sonríen. Vuelve el deseo. Dejan de sonreírse. Él la vuelve a vestir. Y luego la mira una vez más. La mira. Ella, sí ella habita ya en el chino. La niña, sí la niña sabe eso…"

Lo que inicia con una relación pasional termina convirtiéndose en amor verdadero:

"Mucho tiempo ella le mira. Luego le dice que alguna vez él tendrá que contarle a su mujer todo lo que ha ocurrido, entre tú yo dice, entre su marido y la chica del colegio de Sadec. Todo, tendrá que contar, tanto la felicidad como el sufrimiento, tanto la desesperación como la alegría. Ella le dice: Para que sea una y otra vez contado por la gente, quienquiera que sea, para que el conjunto de la historia no sea olvidado…"

Marguerite Duras, El amante. México, editorial Tusquets, 1984.


Gabriel García Márquez y los "amores contrariados"
Si alguien es fascinante para iniciar un libro es García Márquez (Colombia, 1928) y la prueba no sólo es Cien años de soledad o Crónica de una muerte anunciada, en el inicio de este libro El amor en los tiempos del cólera nos resume todo lo que, sin saber, habremos de leer en el resto de la novela:

"Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados".

Si piensa que todos los amores terminan mal esta novela es una prueba para demostrar lo contrario: "Fermina Daza (…) salió al corredor con la esperanza de encontrarlo de un modo que pareciera casual, y no tuvo que andar mucho: Florentino Ariza estaba sentado en el corredor, callado y triste como en el parquecito de Los Evangelios, y preguntándose desde hacia más de dos horas cómo iba a hacer para verla".

Gabriel García Márquez, El amor en los tiempos del cólera. España, editorial Narrativa Actual, 1993.


Amor en el Desierto del Sáhara

Al desplazarse de un lugar a otro no sólo se "puede contemplar la vida con mayor objetividad", también los sentimientos pueden transformarse y esta no es la excepción.

El cielo protector de Paul Bowles (Estados Unidos, 1911) es una historia de desencuentros, reencuentros y despedidas. De explorar y descubrir ciudades, emociones, sentimientos y donde el amor está en constante prueba:

"A veces pensaba que Port se refería a su propia esperanza, que únicamente si ella era capaz de llegar a ser como era él, él encontraría el camino de vuelta al amor, porque para Port amar significaba amarla a ella, a nadie más que a ella…"

Paul Bowles, El cielo protector. México, editorial Punto de Lectura, 2001.

miércoles, febrero 14, 2007

El hueco en tu hombro es el mejor lugar para poner a descansar mis sueños...

miércoles, febrero 07, 2007

...



¿Quién colecciona
mariposas tristes?

viernes, febrero 02, 2007

23

Veintitrés suena bien...

“23” en el buscador arroja 5,770,000,000 resultados y yo a mis veintitrés, triplico la cifra en recuerdos.

A mis veintitrés he visitado diez estados de la república, me he mudado de casa siete veces, y en cada casa he dejado abandonadas algunas pertenencias (materiales y emocionales), he mentido 2 567 veces, me he reído 15 minutos por cada hora de mi vida, he besado a tres príncipes azules, a 8 sapos y a otros tantos que no entran en ninguna clasificación.

He visto 15 veces a algún antiguo amor con nueva novia y siempre, invariablemente, se me parte el corazón. He perdido diez amigas, me han abandonado cinco perros y uno que otro muchacho.

He tenido peces, hamster, tortugas, conejos y gatos. He intentado estudiar dos carreras, de las cuales sólo una terminé y todavía no me titulo. He intentado estudiar inglés siete veces y francés en dos ocasiones.

He empezado tres revistas, de las cuales ninguna sobrevive. He visto el mar diez veces, cuatro de las cuales fue de noche.

He seguido mis impulsos 1 986 568 veces y he pensado las cosas antes de hacerlas en 1 234 000 ocasiones. He recorrido parcialmente el estado 35 veces.

He llorado por lo menos una vez a la semana. He tenido cinco amores platónicos, de los cuales ninguno sobrevivió.

He dejado ir al amor cinco veces y de ninguna me he arrepentido. Me fugado ocho veces. He pasado 36 horas continuas sin dormir. He chocado seis veces. Me he caído y levantado 98 567 veces.

Me he fumado 8 760 cigarros. He caminado bajo la lluvia 295 veces. He visto 28 amaneceres. He caminado siete veces sola por ciudades desconocidas.

He reído, cantando, bailado, emborrachado, enamorado, llorado, enojado en 23 años y espero seguirlo haciendo por 23 más…

sábado, enero 27, 2007

Días de invierno (segunda parte)

IV

Y por todo: porque no quisiste
permanecer, porque me olvidas,
porque me voy tristeando, gracias
te doy….
Rubén Bonifaz Nuño

Escapándonos, escondiéndonos, llamándonos en silencio, acercándonos, alejándonos, mirándonos; entre la gente, delante, detrás, en habitaciones en penumbras, entre calles solitarias; durante una noche que casi duró una vida.

Y soñar y que imagines y me hables y me beses y que me inventes mil nombres y los susurres a mi oído y me quieras y te escapes y regreses y me abraces.

Tú con tu particular ternura, mirándome con cariño, con miedo, con remordimiento, con incertidumbre, con despedida.

viernes, enero 26, 2007

La mujer del desierto

He vuelto a Castaños y como cada vez que recorro esos interminables paisajes de desierto, llegan los recuerdos. Hoy que fui a una tiendita (porque afortunadamente acá todavía se va a la tiendita y no al oxxo) cerca de mi casa, me encontré con una chica un poco menor que yo --tengo un vago recuerdo de ella de hace unos siete años-- y de pronto me vi en la época de secundaria, rodeada de chicas como ella, mis 50 kilos de peso y mi metro sesenta de estatura, no eran nada en comparación con esas chicas de anchas caderas, bustos grandes y ropas entalladas.

Se paraban con autoridad, lanzando el pecho hacia fuera y retando a quien intentara llevarle la contra. Yo las miré siempre de lejos y admiraba ese “algo” que las hacía ganarse el respeto, por lo menos del resto de las mujeres. Ellas son las hijas del desierto de mi tierra: ásperas, valentonas, arrogantes e impenetrables. Ellas son las descendientes de aquellas mujeres nómadas que para dar a luz se agarraban de las ramas de un árbol, cortaban el cordón umbilical e inmediatamente seguían su camino como si nada.

Las mujeres del desierto desafían todos los obstáculos, salen de noche a cortar leña, se levantan antes que nadie, con los primeros cantos de los gallos, y todos los días, a todas horas, se paran frente a la muerte y la retan.

Mi abuela es un claro ejemplo de esto, es toda una mujer de desierto, tiene las manos rugosas, ásperas, como planta de desierto, pese a su cuerpo pequeñito, esa mujer tenía en su brazos y sus piernas la fuerza suficiente para arrear caballos, moler maíz, levantar macetas, cargar costales de verduras, educar a 15 hijos y además adoptar otros cuatro que, por azares del destino, tuvo que cuidar.

A veces la muerte parece que la convence, que le gana y ella dice despacito, como si no quisiera ser oída, que “está vida no es vida” y empieza a enumerar uno a uno todos sus muertos y se queda pensando, imaginando por horas, hasta que los gritos de alguno de sus bisnietos rompen con el silencio y la vida se extiende por toda su habitación y ella sonríe con gratitud a esa criatura --como ella les dice-- que espantó una vez más la muerte de su casa.

Otra incansable mujer del desierto es mi tía Socorro, la hermana mayor de mi papá. Es una vieja gordita que avanza con un paso lento y pausado. Todos los días recorre las calles que separan su casa con la de mi abuela para tomar una taza de café y recordar. Yo las miro encantadas, entendiendo ese código extraño que hay entre ellas (y que no existe con las demás hijas), sorprendiéndome con sus interminables historias. Si por alguna razón mi tía no llega a la cita, ya está mi abuela pegada a la puerta, asomándose a ver si aparece por algún lado.

Pereciera que el tiempo y la muerte hacen estragos en mi tía lentamente, pero ella nunca deja que le ganen la batalla. Con muchos esfuerzos camina, ve, oye; tan despacio va perdiendo los sentidos que nunca se dio cuenta que ya los demás tenían que gritarle, que ahora tendría que usar un aparato en el oído izquierdo, que ahora tampoco el derecho le funcionaba. Pero, eso sí, nunca olvida su sonrisa, sus carcajadas estrepitosas y sus ojos llenos de ternura cada vez que me paro junto a su mecedora y me dice “nena” y me abraza.

Si algo me han enseñado estas mujeres, es a sobrevivir todos los días, a sacarle la vuelta a las adversidades, a sonreír, a mirar el cielo, a amar la tierra que les permitió sobrevivir, y si a veces me parece que carezco de su fuerza y valentía, siempre me siento orgullosa de la sangre de mujer del desierto que corre por mis venas.

jueves, enero 25, 2007

El amenazado

Es el amor. Tendré que ocultarme o huir. Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz.

La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única. ¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras, la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que usó el áspero Norte para cantar sus mares y sus espadas, la serena amistad, las galerías de la biblioteca, las cosas comunes, los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de los muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?

Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo. Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por las ventanas, pero la sombra no ha traído la paz.

Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo. Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles.

Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar. Ya los ejércitos me cercan las hordas. (Esta habitación es irreal, ella no la ha visto). El nombre de una mujer me delata. Me duele una mujer en todo el cuerpo.

Jorge Luis Borges

martes, enero 23, 2007

Malas noticias

Fallece el periodista polaco Ryszard Kapuscinski



EFE
El Universal
Varsovia, Polonia


Martes 23 de enero de 2007. El destacado escritor y reportero polaco Ryszard Kapuscinski falleció hoy en Varsovia, a los 75 años de edad.

El escritor, quien sufría de una grave enfermedad, fue sometido a una complicada operación el pasado sábado.

En el 2003 recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades.

**

Con 17 años de edad se inició dentro del periodismo en la revista Hoy y mañana, pero su profesionalidad se forjó en la agencia de noticias polaca Polish Press, donde cubrió 17 revoluciones y procesos de descolonización en África, Asia y América Latina, entre 1959 y 1981.

Es considerado como uno de los mejores reporteros del siglo XX.

Estudió en la Universidad de Varsovia Historia y arte, aunque finalmente se dedicó al periodismo.

Colaboró en los diarios Time, The New York Times y Frankfurter Allgemeine Zeitung.

Compaginó desde 1962 sus colaboraciones periodísticas con la actividad literaria y ejerció como profesor en varias universidades.

Fue nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Silesia en 1997.

Recibió el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2003.

Entre sus libros están: El Emperador, El Sha, El Imperio, Ébano, considerado por muchos su mejor libro, con reportajes ubicados en varios países de África; Lapidarium IV, La guerra del futbol, Los cínicos no sirven para este oficio, basado en entrevistas y conversaciones moderadas por Maria Nadotti; Un día más con vida, El mundo de hoy, Viajes con Herodoto y Los cinco sentidos del periodista.



sábado, enero 20, 2007

'Mariposa de pequeños vuelos'

...pero eso no es todo, una amiga de vuelos escurridizos ha tenido a bien regalarme algunos poemas de mariposas, de su propia autoría, aquí uno de ellos, del 2005:


Mariposa

Para que los vuelos valgan, que sea con un rumbo;
para que la guerra baste, que ganes tus tierras;
para que la libertad sea tal, que no existan cadenas;
para que tu seas tu, que te ames entera
.

Mariposa
de las flores los pétalos son suaves,
sus colores seducen y complacen,
de los cielos el voluptuoso viento
viento en contra a favor tibio o helado
tus alas eleva tus vuelos altera;
Mariposa
de las flores caen a tierra las semillas,
la tierra -esa sustancia áspera y negra donde no vuelas- oculta sus raíces,
busca raíces, mariposa, busca raíces;
Mariposa
de los vientos, de las flores, de los vuelos cansados y cíclicos,
de la historia propia y de la ajena, de la luz del sol y de la luna,
hasta de las bombillas y las velas;
Mariposa
mereces un descanso, un lugar, una casa, un suave pan una suave piel
que conserve el calor de la tuya, unas raíces;
Mariposa
toma conciencia de tus alas
-no esas bellas de colores y transparencias no esas de tu piel tatuada-
las otras, las que no ven no ves no vuelan
las que me deslumbran ahí en torno a ti a tu espalda,
las que me atemorizan al verlas ahí plegadas;
Mariposa
Mariposa de pequeños vuelos
busca tus raíces, despliega tus alas
deja de volar sin rumbo
¡deja de temblar llorar cansarte!
Mírate de frente y desnuda, Mariposa,
como yo te miro como yo te admiro,
como te presiento... date tregua...
o no, ¡no te des tregua, date guerra!
pelea por tu tierra por tu libertad
-la libertad grande, no esa que te venden a
precio de terrena sangre famosos guerrilleros-
deja de volar torpemente en torno a las
bombillas, a los pueblos, a las flores...
ya busca tu rumbo, ya sigue las pistas,
ya se franca y ya: emprende vuelos grandes.

martes, enero 16, 2007

'Bailarinas silenciosas'


Por los visto el poema anterior intimidó a mis lectores, así que mejor les dejo esta canción que no puede faltar en la colección porque, junto con un muchacho, una guitarra y un parque, inició toda esta obsesión por las mariposas:

MARIPOSAS

Hoy viene a ser como la cuarta vez que espero
desde que sé que no vendrás más nunca
he vuelto a ser aquel cantar del aguacero
que hizo casi legal su abrazo en tu cintura
y tú apareces por mi ventana
suave y pequeña, con alas blancas
yo ni respiro para que duermas
y no te vayas.

Qué maneras más curiosas
de recordar tiene uno.
Qué maneras más curiosas
Hoy recuerdo mariposas
que ayer sólo fueron humo
Mariposas, mariposas,
que emergieron de lo oscuro
bailarinas silenciosas.

Tu tiempo es ahora una mariposa
navecita blanca, delgada, nerviosa
Siglos atrás inundaron un segundo
debajo del cielo, encima del mundo

Así eras tú en aquellas tardes divertidas,
así eras tú de furibunda compañera.
Eras como esos días en que eres la vida
y todo lo que tocas se hace primavera
¡Ay mariposa!, tu eres el alma
de los guerreros que aman y cantan
y eres el nuevo ser que hoy se asoma
por mi garganta.

Qué maneras más curiosas
de recordar tiene uno.
Qué maneras más curiosas
Hoy recuerdo mariposas
que ayer sólo fueron humo
Mariposas, mariposas,
que emergieron de lo oscuro
bailarinas silenciosas.

Tu tiempo es ahora una mariposa
navecita blanca, delgada, nerviosa
Siglos atrás inundaron un segundo
debajo del cielo, encima del mundo.

Silvio Rodriguez

domingo, enero 14, 2007

Mariposa*

Tu sexo,
una mariposa negra.
Y no hay metáfora:
entró por la ventana
y fue a posarse
entre tus piernas.

Francisco Hernández
---
*Otro regalo del muchacho (de septiembre del 2005)

viernes, enero 12, 2007

Cazando mariposas

Uno de mis propósitos de año nuevo fue reunir todos los textos que tengo sobre mariposas y hacer algo con ellos, todavía no se me ocurre qué hacer, pero mientras lo invento, los empezaré a publicar aquí, para compartirlos con ustedes, de igual forma, si pueden enriquecer mi colección, estaría muy agradecida.

Este primer texto, de Octavio Paz, me lo regaló un muchacho (ocelotl) hace tiempo...



La mariposa volaba entre los autos.
Marie José me dijo: ha de ser Chuang Tzu,
de paso por Nueva York.
Pero la mariposa
no sabía que era una mariposa
que soñaba ser Chuang Tzu
o Chuang Tzu
que soñaba ser una mariposa.
La mariposa no dudaba:
volaba.

Octavio Paz

viernes, enero 05, 2007

'enfermo de delicia'

Mi mal difiere de todos los males; gozo con él, mi
mal es lo que quiero y mi dolor es mi salud. No sé
por qué me quejo puesto que mi mal viene de mi
voluntad; es mi querer el que se convierte en mi
mal; pero tanto contento me produce este querer
que sufro con agrado, y tanta alegría me da mi do-
lor que estoy enfermo de delicia.

Chrétien de Troyes

miércoles, enero 03, 2007

Días de invierno

I

Te quiero sólo para sueño
Fernando Pessoa

Déjame robarte un beso, déjame escuchar tu respiración en mi oído, déjame tenerte mientras dura un beso, mientras llegamos juntos al final de la escalera en la que abriremos dos puertas diferentes.

Déjame mirarte de nuevo, deja que recuerde el encuentro como el vuelo común entre dos aves que habitan cielos diferentes, como una mariposa y un colibrí...

Deja que me pose en tu presente antes de que se escape. Dame un segundo para conocerte, para olvidarte, para quedarme sólo con el brillo de tu mirada.

Déjame conocerte en la tierra, no me muestres el paraíso; no me muestres las líneas de tus manos, déjame adivinarlas.

II

Eras mi viento, más no a favor
eras mi barca en el pedregal
eras mi puerta sin tirador
eras mi beso buscando hogar

Silvio Rodríguez

Cuando no esperaba nada, cuando no tenía qué perder, cuando estaba parada frente al pasado, contemplándolo y no veía más que ruinas: las ruinas de un corazón, ahora acorazado, temblando de miedo.

Cuando me vi en muchos ojos y no encontré nada. Cuando moría de ganas por pararme bajo la lluvia y sentir que aquella era la felicidad plena. Cuando caminaba entre las tumbas de un panteón y le lloraba a los desconocidos, a los que no reciben flores, a los que nadie les quita el polvo de su cripta. Cuando veía una estrella fugaz y ya no me esforzaba en repetir el mismo deseo porque seguramente se lo sabían de memoria.

Cuando descubría mares, desiertos y montañas a través de una ventana y volteaba emocionada a un asiento que encontraba siempre vacío. Cuando del otro lado de la línea sólo había un sonido intermitente. Cuando levantaba de la calle una hoja que sobrevivió al invierno y la apachurraba entre las hojas de un libro, muriendo por las ganas de querer regalársela a alguien. Cuando me había acostumbrado al mar de tierra roja del desierto, ese que te envuelve entre sus olas de polvo. Cuando todo era crepúsculo y fin, cuando ya no había amanecer ni principio… apareciste tú.

Como un huracán arrastrando todo, con tus besos sabor a brisa, con tu olor que se aferra a mi ropa, con tu abrazo de mar, de terciopelo. Con tus ojos que veo cerrando los míos, con tu sonrisa que tantas veces contemplé desde la distancia, con tu nariz, tus labios y tus manos recorriendo mi cara; con el manantial de tu boca, inacabable, inabarcable. Tu tan ave, tan pez. Tan mar, tan lluvia, tan río.

Tú de noche y de madrugada, mirándome por encima de la música, cerrando los ojos, acurrucado en mi cuello.

Tú con tu miedo --recordándome el mío--, con tu boca dulce: oscuridad, dicha, abismo. Con tu pasado, tu presente y tu futuro.

Yo sin poder resistirme a la belleza. Tú con tus verdades, tus no, tus dudas. Tú del otro lado de la línea, de la mesa, del espejo.

Y tú frenando el vuelo, cerrando la puerta, porque otra vez las circunstancias, otra vez a destiempo, otra vez el destino, otra vez la vida. Y yo cerrando los ojos para no ver cómo te marchas… Y despertar al día siguiente y que una lágrima se escape sin querer e imaginar que no todo terminó, que algún día puede ser… y esperar y callar.
III

Lo malo de los besos es que crean adicción
Joaquín Sabina

Misteriosamente después de verlo me dieron unas desesperadas ganas de escribir, como si una energía brotara de las llamas de mis dedos que van demasiado lento, que no alcanzan la velocidad de las cosas, ni a registrar los recuerdos antes que se pierdan entre la imaginación y el anhelo.

Antes de que olvide a lo que saben sus labios, antes que se borre de mi ropa su olor, antes que deje de sentir el calor de su cuerpo recargado en el mío, su mano internándose en mis cabellos o colocándose en mi espalda y apretándome hacia él.

Deteniendo en tiempo en “La vie en rose” y un beso perfecto para la ocasión: lento, interminable:

Tú muriéndote de ganas y yo mordiéndome los labios, agachando la mirada, ocultándola detrás de los cristales para que no descubrieras el fuego de la casa, mis ojos ardiendo en llamas.

Silenciosamente deseaba que se cumplieran los sueños de la primera noche y fugarnos, perdernos en el mar o en la montaña; pero he aprendido esperar y si lo he hecho durante tanto tiempo puedo hacerlo ahora.

Esperar el vuelo permanente, el fin de este ir y venir del cielo a la tierra, preparándome para vuelos futuros, para el vuelo constante, para el día en que no tenga que volver a pisar la tierra.