martes, septiembre 26, 2006

Encuentros




“Eres mi vida y mi muerte,
te lo juro compañero,
no debía de quererte
y, sin embargo, te quiero…”


…hace poco visitamos el mar, era de noche y el tiempo se media por las vueltas de un faro que iluminaba el mar desde lejos.

Recuerdo que vi la luz del faro en sus ojos. Luego caminamos por la orilla, de vez en cuando nos deteníamos un poco a ver la luna que esa noche lucía hermosa, no era para nada la que me sonrió muchas noches atrás. Esa luna había salido para nosotros: gigante, escarlata…

Mientras andábamos charlamos sobre muchas cosas: descubrimientos, planes, ojalás… sigo pensando, como entonces, que el mar nos sienta muy bien.

Hace años el mar de Cozumel le susurró al oído que volviera por mí, esa noche las olas nos arrojaban a los brazos del otro.

Imaginamos que esa noche encontraríamos una botella con un mensaje en el que estarían escritas todas y cada una de las respuestas. Pero pese a los esfuerzos por mantener los ojos abiertos, la botella nunca apareció.

Volvimos a tierra firme y, días después, nos encontramos de nuevo, esta vez entre la arena del desierto. Pero al parecer las olas de arena nos alejan y el polvo ciega nuestros ojos. Nos buscamos a tientas, pero los aires nos empujan en distintas direcciones. Nuestra piel, antes húmeda, está seca.

Cuando recupero la vista ha pasado distancia y tiempo. Ahora hay entre nosotros una montaña poblada en su totalidad por plantas llenas de espinas, parece imposible un camino que me lleve al otro lado, ni siquiera lo busco y me refugio en el sur…

He vuelto noche tras noche a la playa, sigo buscando la botella con el mensaje, espero que la marea me susurre al oído, que las olas me arrojen a… pero parece que el mar lo ha olvidado todo.

Es tarde. Observo el faro añorando que en uno de esos parpadeos, pueda ver el reflejo de su luz intermitente en aquellos ojos y, bajo la misma luna escarlata, percibir el aroma a mar que tenía su piel…

4 Comments:

Anónimo said...

ALTA TRAICIÓN
José Emilio Pacheco

No amo mi Patria. Su fulgor abstracto
es inasible.
Pero (aunque suene mal) daría la vida
por diez lugares suyos, cierta gente,
puertos, bosques de pinos, fortalezas,
una ciudad deshecha, gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
montañas
(y tres o cuatro ríos).

Anónimo said...

"Las pérdidas de aquellos que queremos, que el ser humano sufre de manera inevitable a lo largo de su vida, provocan que éste comience a percatarse de que alberga en su interior poderes que antes desconocía...
Esto suele ocurrir cuando el dolor y la tristeza infinita se comienzan a mitigar a intervalos, como una fiebre alta paliada por fuertes analgésicos. Es entonces cuando nota que no sólo sufre por el ser que ha pérdido, sino que de repente experimenta una increible facilidad para ver como todo se rompe alrededor suyo. Un vaso que ni siquiera ha rozado, esa galleta que cae y se resquebraja como el cristal. No es fácil discernir en esos momentos si uno cuenta con un poder especial o simplemente se trata de algo mucho más simple: Está invadido por una horrible sensación de miedo"
Pero Cyn el miedo y los recuerdos nos hacen crecer, vuela mariposa!!!

isaac said...

y vuelvo a decir... algunas cosas nunca cambian...

algunos sentimientos nunca se abandonan...

algunos pensamientos nunca pueden dejar de escucharse...

algunas cosas nunca cambian... por más que queramos...

RomáN said...

"el tiempo se medía por las vueltas de un faro que iluminaba el mar desde lejos.", escribes y no puedo evitar sumergirme en estos "encuentros" tuyos. Unos encuentros-desencuentros que saben a sal y azúcar y que dejan -con el alma en un hilo- esperando esas botellas con mensajes...